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Kagome entró por las puertas de vidrio y miró alrededor nerviosa. Se veía elegante… muchos pisos vidriosos de brillante mármol, con un emblema de la agencia en un mosaico en el piso ante ella. Había muchas personas vestidas de traje y ropa formal… y aquí estaba ella en su pequeño vestido de verano con una chaqueta.

Se dirigió directo al mostrador. Estaba impresionada de que la recepcionista tuviera uno de esos pequeños audífonos para hablar que se veía como si estuviera hablándose a sí misma en vez de al teléfono. Levantó la mirada mientras Kagome se acercaba y sólo miraba a la joven un poco sorprendida. "¿Puedo… ayudarte?" ofreció ella.

"Hola, tengo información vital para la seguridad nacional," eso siempre prendía la campana.

La mujer abrió su boca, obviamente para decir algo a eso, cuando un repentino reconocimiento destelló en sus ojos al notar el golpeado rostro de Kagome. "Oye - ¿no eres esa niña de las noticias de las seis?"

Kagome asintió gruñona. Síp, su golpeado rostro había sido exhibido en las pantallas de TV en todos lados - y todos estaban llamándola loca y mentalmente inestable. Probablemente atontada después de una pelea de perras o algo.

"No dijeron que estabas loca-"

"¡Pero no lo estoy!" Interrumpió Kagome. "¡El Laboratorio Central de Ciencia ESTÁ usando individuos de prueba para sus investigaciones y me HICIERON esto cuando fui a obtener un poco de evidencia!"

"Puedo ver la evidencia."

Kagome le alcanzó un segundo juego de fotografías a la mujer, tranquila de tener un tercer juego con Inuyasha en casa de su madre, sólo en caso de que pasara lo mismo de la estación de policía.

La recepcionista hojeó las imágenes, sus ojos se abrieron un poco más. "Vaya…" ella se las regresó a Kagome y aclaró su garganta. "Creo que es mejor si te llevo con uno de los agentes."

"También quiero confidencialidad." Dijo Kagome mientras la mujer rodeaba el escritorio.

"Por supuesto."

"Sólo quiero hablar con uno o dos agentes - no quiero que todos aquí sepan." Dijo Kagome rápidamente mientras seguía a la mujer.

"Por supuesto."

"Bien." Murmuró Kagome y se permitió ser guiada por un corredor a uno de los altos agentes.

"Y ¿cómo es que eres el único que ha escapado?" le preguntó Yashira a su hijo al otro lado de la mesa.

Él miraba molesto su taza de te, sin comprender por qué estaba tan esquivo con esta mujer. "Aprendí que si deslizaba un trozo de ropa entre la cerradura en la puerta antes de que se cerrara entonces no se cerraría completamente y podría abrirse. Fue fácil escapar después de eso."

Esa fue una gran subestimación.

"Cómo encontraste a Kagome?"

"Ella me encontró, en una playa…" él no quería entrar en todos los detalles de sus problemas. "Me ayudó a recuperarme de mis heridas y todo."

Él levantó la mirada, notando que estaba mirándolo. "¿Qué?" preguntó sin rodeos.

"Nada… es sólo…" ella sonrió y alcanzó tiernamente para tocar su quijada. "Nunca imaginé que crecieras tan bien… hasta la primera vez que te vi ayer, siempre te había imaginado como el bebé que había perdido…"

El entrecejo de Inuyasha se arrugó. "Por supuesto que crecería." Remarcó.

"Pero pudiste haber muerto cuando tuvieras dos años y yo nunca lo hubiese sabido, ¿verdad?" ella dejó caer su mano, sus ojos aún cálidos y sonrientes. "No pude permitirme tener otro bebé después… después de todo lo que pasó…"

Descubriendo SecretosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora