18.- Fundiendo el Hierro

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Debido a los Fabulosos comentarios de ansiedad jaja y sus mensajes de suicido, aquí tiene el capítulo final muchísimo antes de lo previsto!😌😉

Para que vean cuanto los amo y agradezco todo su amor!, ahora si...

El final!

Catorce días, catorce largos y tortuosos días...

― Hola cariño— me saludo la dulce mujer que me estaba dando acilo, su nombre era Susana Sevilla, la cálida abuela de mi mejor amiga Karol, camine por la estancia y me senté en uno de los taburetes del mesón de cocina— ¿Cómo has dormido?— pregunto caminando hacia mí con una taza y una jarra de café

― Bien— mentí, en catorce días aun no podía dormir bien y creo que era solo el comienzo de mi nueva vida.

― Qué bueno cariño, hoy abuelo Sevilla esta en el campo así que no lo veremos hasta el medio día— me conto haciendo alusión a su marido, Antonio.

― Que lastima pensé que seguiríamos con las lecciones de equitación— intente sonreír.

― Si, lamento no poder enseñarte hoy pero dijo que podías seguir practicando que en la tarde te enseñaría los saltos que querías.

― Bien— le dije y me dedique a tomar mi te.

Mi mente divago mientras ella me hablaba de un nuevo tejido que estaba iniciando, hace catorce días había llegado aquí cargando mi maleta y una horrible pena. Ellos son los abuelos de Karol y tienen esta hacienda hace muchas generaciones, Karol me dijo que ellos estarían encantados de recibirme y así lo comprobé al llegar. Había sido una imprudente escapando así ¿pero que más podría hacer? Ese hombre me había roto el corazón y no sabía cómo empezar nuevamente, se que tuve que dejar todo atrás pero por primera vez en la vida pensé en darme un respiro, mi padre y Kate estaban muy bien, sabía que con el dinero que había ganado con Michael ellos podrían mantenerse hasta que encontrara un nuevo trabajo pero eso no era lo que me preocupaba, aun seguía intentando hacer latir ese muerto corazón. Después de saber todo escape de la mansión y corrí hacia donde Karol a buscar una solución, no sabía dónde ir ni a quién acudir ella era la única que podría ayudarme, rápidamente ideo mi plan de escape y llamo a sus abuelos mientras yo iba a mi casa a dar una excusa. Mi padre como siempre sobre protector se asusto de mi imprevista aparicion y además de mi extraña huida pero como ya lo sabía pedí su confianza y él me la dio. Cuando ya todo estuvo listo partí al aeropuerto y tome el primer vuelo a Monterrey, lo demás era solo cosa de tiempo. Fui una cobarde y creo que podría haberme precipitado pero estaba segura que este tiempo me había servido, por lo menos para volver a respirar.

Termine mi desayuno y como todas las mañanas me despedí de Susana para salir a pasear, ya se había hecho una costumbre el explorar los campos y caminar por los predios aledaños a la casa. La hacienda era enorme, tenía todo lo que pudieras imaginar, era rustica pero a la vez moderna, los abuelos de Karol a pesar de haber vivido toda la vida allí habían modernizado el lugar con el paso de los años. Salí hacia las terrazas y me maraville nuevamente con la vista, los campos en esta fecha estaban más verdes que las hojas de los arboles, a la distancia se veía el camino de entrada y salida era tan grande el lugar que se perdía entremedio de los montes. Aspire el aire puro que había para mi, era increíble lo que el campo podía calmarte, baje las escaleras y dirigí hacia las caballerizas.

― Buenos días señorita— saludo Poncho, la mano derecha del abuelo Sevilla— ¿Cómo ha estado?

― Buenos días Poncho, bien gracias ¿y tú?

― Muy bien señorita, ¿le ensillo su caballo?

― Si por favor— le pedí y me apoye en el barandal mientras ensillaba a chocolate, el caballo que me habían prestado los Sevilla.

CORAZÓN DE HIERRO                              |MICHAENTINA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora