Maratón 2/?
― Tu piel huele a rosas—me dijo suspirando contra mi cuello.
― Lo sé, ¿no te agrada?—le pregunte, buscando sus ojos, lo único que pude encontrar fue su cara incrustada en mi piel tomando de mi esencia. El no me respondió solo se quedo ahí, inhalando mi aroma.
Estábamos en la oficina, esta semana había sido muy ajetreada, Michael se había enfrentado a miles de problemas y por consiguiente había tenido 3 crisis mas, una de ellas llevándolo nuevamente al hospital. Hacia algunas horas que estábamos sentados en uno de los sillones de la oficina, Michael me había sorprendido acurrucándose contra mí y descansando su cabeza en mi hombro, no le tomo mucho tiempo para llegar a mi cuello y absorber el aroma que había en mi piel.
― Me duele la cabeza—susurro contra mi cuello—maldita cabeza—gruño enojado
― Entonces es señal para que nos marchemos, además ya has terminado aquí, debes descansar esta noche.
― Lo sé, tengo 28 años se exactamente lo que hacer con mi vida—me dijo haciéndome enfadar, me pare del sillón y su cabeza cayó junto con su cuerpo hacia el sofá—¡hey!—me regaño
― Entonces si sabes lo que tienes que hacer, toma tus cosas y vámonos. Antes de que nuevamente te de una crisis—camine hacia donde estaba mi bolso, acomode mis ropas y comencé a salir hacia la puerta. Michael murmuro algo más a mis espaldas pero no me detuve a escucharlo.
Llevábamos dos semanas "juntos", Michael y yo hacíamos el amor a cualquier hora y en cualquier parte. Sentía la necesidad de tenerlo cada vez que podía las primeras veces el había iniciado nuestros juegos y encuentros pero con el pasar de los días era yo la que ansiaba sentirlo conmigo. Su carácter seguía igual, muchos días andaba de un humor de perros por los problemas que tenia, habíamos discutido unas cuantas veces en la semana por su comportamiento descuidado con su enfermedad pero todo nos llevaba a lo mismo, cuando el día se acababa siempre terminábamos amándonos en donde el deseo nos encontrara. Me gire para verlo y estaba recogiendo sus pertenencias del escritorio a la tenue luz de las lámparas se veía magnifico, mi mente traicionera no podía evitar imaginanarlo sin ropa y llamándome para entrar en su cama. Reprimí un gemido e intente controlar mi libido.
― Vámonos—me dijo pasando por mi lado algo enojado, toda la semana le había pedido que se cuidara pero el parecía no hacer caso, Michael era un tipo muy testarudo y llevado a su idea, jamás tenía en consideración las opiniones de los demás y por supuesto que tampoco tendría las mías. Caminamos hasta el ascensor inmersos en un incomodo silencio, la "relación" que llevábamos no era convencional, aquí no primaba el amor y el cariño si no los bajos instintos y el deseo irrefrenable que teníamos por el otro. No podía negar que lo deseaba tanto o más que cuando lo conocí, ahora mismo mientras estamos distanciados, lo deseaba, sería capaz de desnudarlo aquí en el ascensor y hacerle el amor sin su permiso. Negué con mi cabeza ante tales pensamientos, no lo haría, no lo haría.
Llegamos al subterráneo ahí estaba James con una amable sonrisa, nos abrió la puerta del auto a ambos y corrió para subirse también.
― A la casa de la Señorita Zenere —le dijo Michael con voz pasiva.
― Si señor—el chofer asintió y emprendió camino hacia mi casa, a la mitad del camino vi que Michael se apretaba fuertemente las cines conteniendo la puntada que seguramente atravesaba su cabeza. Mire de reojo hacia donde James y el botón que nos podría dar un poco de privacidad, no lo pensé dos veces y lo apreté dándonos un poco más de espacio. El vidrio subió hasta arriba dejándonos separados del conductor por un grueso cristal tintado.
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CORAZÓN DE HIERRO |MICHAENTINA|
Fiksi Penggemar"Michael Ronda es conocido por su mal carácter e intransigencia. Sus negocios y dinero lo son todo en la vida. Como lección de vida sufre de una extraña enfermedad que lo tiene al borde del precipicio, para tener un cuidado personalizado y estar bi...