CAPITULO XIII

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Se puso de pie afirmándose del tronco de un árbol y empezó a pronunciar las palabras sin importarle nada más que despertar a Titán.  No pensaba si debía  o no hacerlo, si era el momento adecuado, o que pasaría un vez que despertara la Gárgola.  Ella sabía que aquellos seres malditos no habían tenido compasión por nadie mientras estuvieron libres por el mundo, pero nada de esto consideraba  mientras repetía una  y otra vez las palabras, en  lo único  que podía pensar era en liberarlo.

Empezó a sentir una quemazón cada vez más fuerte en su mano derecha, en ese momento recordó que debía ponerla en el corazón de Titán.  Al mismo tiempo recordó que su mano había estado sangrando  cuando la puso en el pecho de Titán y lo que había  pasado con sus ojos.

Apretó los dientes y maldijo por no haberlo recordado antes.  Si los ojos de Titán estaban brillando como la vez anterior, y el lugar en el que estaba era vigilado, su abuelo y los demás ya  sabían que ella lo estaba tratando de liberar de la maldición.

Sin pensarlo más Milena empezó a correr en dirección a la muralla que separaba el bosque.  Siempre había llegado  allí, pero hasta ahora no había sabido el porqué. Del otro lado  estaba Titán,

El ruido de autos la hizo detenerse justo a tiempo para ocultarse  tras unos densos arbustos.  Gateo hasta quedar oculta entre las ramas.

Vio a su abuelo y a su padre bajar corriendo del auto y correr hacia el enorme  portón, llevando armas en sus manos.  

Al otro lado del portón no se veía ninguna construcción, ningún edificio o bodega.  Milena miraba con atención mientras cerraban el portón, pero no tenía idea de donde tenían oculto a Titán.

En los minutos siguientes llego su madre y Franco, Milena apretó los dientes al ver a la parejita de mentirosos y su rabia volvió. No podía creer como toda esa gente le había mentido durante toda su vida.   Pero lo que más le horrorizaba,  avergonzaba y asqueaba, era recordar que había dejado que el despreciable de Franco le pusiera las manos encima.  Se estremecía de solo recordar hasta donde había llegado con él la noche anterior.

Seis horas habían pasado y  Milena no había podido moverse de allí.  Todos los invitados a la gran celebración habían llegado allí y entrado al otro del portón.  Solo unos cuantos habían salido  y por lo que había alcanzado a oír, la estaban buscando por todos lados.

Milena los vio entrar con sus elegantes y finas ropas,  y al salir  vestían trajes negros de combate, como los típicos que se ven en las películas, incluso las armas y cuchillos estaban incluidos en su vestimenta.

_ Me van a matar si me encuentran.  Murmuro  Milena.

Pensó que si ya había estado durante horas dentro de un barril toda enroscada, no tendría problema para estar oculta entre unos arbustos.

_ ¿Cómo demonios voy  salir de aquí?.  Pensó por millonésima vez.

Ya se estaba oscureciendo,  el soleado día que había visto a través del follaje de los árboles había ido desapareciendo con el paso de las horas,  para dar  paso a unas horribles nubes y mucho viento.  La cosa no pintaba para nada bien.  El frío se estaba haciendo notar cada vez más y aún no eran ni las ocho de la tarde.

La gente no había dejado de entrar y salir del lugar en todo el día. Ahora habían encendido unas potentes luces  del otro lado del portón, Ería imposible para Milena entrar aquel lugar y no ser vista por alguien, además no tenía idea de lo que estaba sucediendo del otro lado.

Cuando la noche llegó por fin, Milena se dijo que era el momento para salir de allí.  No sabía bien que es lo que haría pero  no podía seguir allí.  Sabía que la habían buscado por toda la propiedad y en la ciudad.  No había rastro de ella.  Incluso un par de helicópteros  habían estado recorriendo durante todo el día el lugar.

LA MALDICION DE LOS INMORTALES  (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora