CAPITULO X

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Cada vez que tenía uno de esos horribles dolores de cabeza, ya no se lo decía a sus padres, pues ellos se enojaban cuando empezaba a hablar de lo extraña que se sentía a veces. O cuando amanecía con la sensación que algo le faltaba, de que debía estar en otro sitio pero no podía recordar en cuál o porqué.

Solo tenía la certeza que debía estar en otra parte.

Cada vez que empezaba con esos pensamientos y los expresaba a sus padres, ellos lo solucionaban dándole pastillas para que la tranquilizaran y no empezaran esos fuertes dolores de cabeza que había sentido en el pasado. Desde que recordaba las tomaba, y no le gustaba para nada, pues andaba todo el día atontada, con sueño, no podía pensar claramente.

Un par de años atrás, Milena entendió que no debía decirle a su familia cuando los dolores comenzaban o cuando tuviera esos extraños pensamientos, o esas extrañas sensaciones. Ya llevaba poco más de un año sin tomar medicamentos y se sentía mejor que nunca. Tanto así que había terminado tres veces con Franco Pastene, pero por alguna razón su familia se entrometía y no permitía que ella rompiera su relación con él. Y no es que la relación hubiera avanzado al punto que se justificara la decisión de las familias de casarlos. Cuando mucho le había permitido un buen agarrón mientras se besaban, o que sus manos fueran algo atrevidas, nada más. Y ni eso lo había disfrutado del todo. Había algo en él, que le provocaba rechazo, a veces con solo ver a Franco, y u oír su risa, quería llorar y sentía rabia, mucha rabia.

La primera vez que Franco la beso, fue el día que le dieron el alta del hospital. Él no hizo más que poner sus labios en los suyos y a Milena se le revolvió el estómago. Se separó justo para vomitar los caros y finos zapatos de su fiel y tierno enamorado. El la había mirado con horror y luego con una furia que la asustó, pero su padre había intervenido, y Franco se había disculpado con ella por su reacción, se justificó diciendo que los zapatos los había comprado recién el día anterior y no habían salido baratos.

Ella había estado muerta de vergüenza, y muy segura que él no querría volver a verla nunca más. Grande fue su sorpresa cuando lo vio llegar al día siguiente con un enorme ramo de rosas y unos chocolates para ella. No volvió a intentar besarla en mucho tiempo, y ella lo había agradecido cada día, pero sabía que él no se rendiría.

Por alguna razón seguía queriendo estar cerca de ella, y por alguna razón aún más incomprensible, quería casarse con ella y tener muchos hijos.
Milena respingaba ante esas palabras y se estremecía de solo pensar en Franco y ella viviendo juntos el resto de sus vidas.

_ Dios... no permitas que eso suceda jamás, por favor. Pensó Milena por millonésima vez.

Se concentró en la carretera delante de ella, y decidió no ir a su casa enseguida. Eran raras las ocasiones que tenía para estar consigo misma, no desperdiciaría esa oportunidad.

Tomó un desvió en la carretera y condujo hasta un parque. Sacó una manta, una botella de agua y sus apuntes del día en la Universidad.

Su familia ya no le preguntaba cómo le iba en la Universidad, de hecho no les interesaba como le fuera, ya que ella había decidido ir contra todos ellos y no estudiar, ni leyes, ni ingeniería, ni nada de lo que ellos esperaban. Ella decidió ser maestra de kínder. Y no permitió que nadie se interpusiera a esto.

Después de un rato dejo de lado los estudios y se dedicó a admirar el paisaje que la rodeaba. Tomo sus cosas y se paseó por el lugar hasta llegar a un enorme árbol. Se sentó bajo su sombra y se perdió en el sonido de la naturaleza y la tranquilidad que había a su alrededor.

Se recostó para descansar un poco y se durmió sin darse cuenta.

Franco  la  miraba  desde  detrás  de un enorme  árbol al  otro lado del parque,  sus hermanos y el padre de Milena también estaban por el lugar vigilando que todo estuviera bien.   Otros   miembros   de    la   orden, estaban   en   sus    vehículos   a   orilla   de   la   carretera esperando   las   órdenes   de   Oscar.

Milena   era   vigilada  constantemente   por   ellos, incluso   varios   de   sus   compañeros   de clases   eran  espías   de   la   orden,  al   igual   que    varios  maestros.

LA MALDICION DE LOS INMORTALES  (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora