» II - Parte.

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Su voz se había ahogado en cuanto su mirada se posó en los ojos azules de aquel detective. Su corazón se le escapaba del pecho, pero no entendía realmente la sensación. Shinichi solo miraba atento, hasta que el sol crepúsculo distrajo su atención y supo que debía retirarse. Pasó buena tarde de su día fuera del salón, en aquella azotea mientras miraba al chico mago realizar sus trucos con su habitual sonrisa y carácter divertido. Ya era la hora en que debía ponerse en marcha para alcanzar la escena del crimen, siendo entonces la hora perfecta.

Lamentaba sí tener que dejar al mago solo, le había entretenido la tarde mientras él trataba de descubrir todo lo que esas rápidas manos podían hacer.

—Es hora de irme, Kuroba —declaró el detective, alejándose.

—Nos vemos luego, tantei. —le susurró bajito, mientras el otro huía.

Kaito no dijo nada cuando largándose, el detective salía del baño apresurado, de su bolso escolar desbordando parte del uniforme y con ropa de civil común, pero muy oscura cubriéndose el rostro con una gorra con visera. Él no dijo nada, simplemente le siguió. Porque nunca pudo evitar la curiosidad que sentía hacia el misterioso detective. Y nunca se sintió así, nunca había sentido las ganas de proteger algo con tanta fuerza en su vida como lo sentía por Shinichi.

Era raro. Llevaba apenas el día conociéndole, omitiendo todo el tiempo de Kid y anteriormente Conan.



Shinichi caminó entre calles, las que estaban abarrotadas en gente para dirigirse rápidamente a callejones más oscuros. La escena del crimen era un almacén abandonado, uno que se usó según supo, para el tráfico ilegal de drogas fuertes y reuniones para crímenes organizados, muy típicos entre la conocida mafia japonesa. Sentía el débil mareo a causa de su próximo celo de las fechas, algo muy molesto para él y que siempre impedía su trabajo.

En cualquier otra situación habría esperado a que su incómodo tiempo pasara en el confino de su casa, no era algo especialmente preocupante, pero sí molesto, no podía hacer su trabajo como se debía a causa de la fiebre asfixiante y la incapacidad para ocultar el aroma.

Solo soltó un suspiro, acabando en el lugar. Por el momento no había nadie sospechoso en los alrededores, por lo que pensaba que estaba solo. Tomó muestras de la arenisca dónde la sangre se secó, inspeccionó a fondo la zona dónde se marcaba el cuerpo y la posición en que cayó. Con las imágenes podía comprobar otros detalles, pero solo algunas cosas que finalmente no podía unir.

Se dejó caer al suelo exasperado. No podía soportar la idea de no avanzar en un caso y no ser capaz de ver a través de un criminal, especialmente porque él jamás cedería ante un homicida, no caía en posibilidad. Descansó un poco antes de decidirse a largarse del oscuro y abandonado lugar, justo cuando dos figuras vestidas de negro decidieron entrar.

La sonrisa macabra de uno de ellos le hizo temer lo que no debía. Justo su cuerpo se sentía más débil y el mismo no era incluso capaz de mirarles con normalidad. Su cuerpo comenzaba a arder y en tales condiciones no sería capaz de defenderse.



Kaito miró un poco aterrado cuando el detective desapareció de su campo de visión. Había estado siguiéndole entre ese páramo aglomerado de gente, el que sinceramente le volvía loco y exasperaba, pues odiaba esas multitudes cuando estaban empujándole, o quizá no y lo único que odiaba es no ver a Shinichi. Cual fuese, tenía que encontrarle. Tenía mal presentimiento acerca del estado de su crítico favorito, y aunque en más de una ocasión él no podía definirle de género porque Shinichi demostraba valía y fuerza increíbles, ahora temía de forma incomprensible.

Límite { Kaishin | Shinkai }Donde viven las historias. Descúbrelo ahora