Las trabas

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Los grandes éxitos literarios suelen comenzar con el famoso: había una vez o hace ya mucho tiempo. Aunque mi historia todavía está siendo escrita por el Autor y no tiene un punto final, quiero compartirles cómo Dios me mostró quien es la Luz, usando esta frase... Una vieja confiable del mundo literario. 

Hace ya mucho tiempo que estaba tratando de salir de una densa niebla. Parecía que no había una luz al final de esa neblina tan espesa. Cuando intenté salir de esa constante decepción, agonía, tristeza y desesperación me hundía aún más. Mientras oraba sentía que la oscuridad desaparecía, luego, al pasar el tiempo, regresaba al mismo punto de inicio. Sin darme cuenta estaba en un círculo vicioso. Las constantes sombras de mi pecado y errores cometidos en el pasado volvían a mi mente. No me sentía perdonada. No me sentía libre de toda culpa y temor. Traté de bloquear los recuerdos negativos, fingí que nada pasó, aparenté que todo estaba bien, pero nada funcionó. Cuando llegaba la noche me derrumbaba. Hoy sé que fue una actitud tonta de mi parte, pero fue la única forma que encontré para intentar sanar el dolor. Algo que por mis propias fuerzas no logré.

En ocasiones, mi conciencia me hacía creer que nunca obtendría respuesta a las dudas que azotaban mi mente. No sabía si iba a ser capaz de perdonar a quienes me lastimaron cuando era a quienes más amaba. No comprendía el porqué no podía disfrutar de las bendiciones que me habían sido concedidas. En el fondo sabía que tenía mucho por lo que debía dar gracias, pero los afanes de la vida nublaban mi visión. Los porqués de las circunstancias que me rodeaban, si era yo o no la única víctima en parte de esta historia, si alguna vez lograría sentir paz, eran las preguntas que constantemente me hacía mi conciencia. Tenía muchas preguntas y al parecer ninguna respuesta era suficiente para calmar mi dolor. 

Pero llegó un momento, donde Dios me hizo entender que Él siempre cuidó de mí y permitió todo lo que he vivido para hacerme conforme a la imagen de Cristo. Me hizo ver que en mis peores trabas Cristo ha estado conmigo. Todo formaba parte de su plan. No fue hasta que rendí mi corazón a su voluntad que pude ser libre y comenzar a ver la Luz al final del túnel. 

Esto no es un libro de autoayuda cristiano. Tampoco una autobiografía. Solo es el compendio escrito de vivencias que todos pasamos en algún momento de este lado del sol. Es una recopilación de pensamientos, ideas y memorias que puede servir para que los que están tristes, desanimados y atribulados puedan descansar en Cristo Jesús de sus cargas. 

Cristiano que está sufriendo, espero que al leer este libro seas consolado y animado. Que puedas volver a creer en estas verdades: que no estás solo, que eres amado y Alguien supremamente especial tiene cuidado de ti. A ti, cristiano que no está sufriendo, pero estás leyendo, espero que tu lectura sea provechosa; que sirva para que puedas aprender cómo llorar con los que lloran. A ustedes, esos lectores que no son cristianos, que simplemente leen porque les llamó la atención la portada o les gustó la sinopsis, sean bienvenidos. Espero algo positivo pueda quedarse con ustedes de esta lectura. Tal vez, mi historia no sea para nada similar a la tuya, pero estoy segura de que en algún punto medio podrás identificarte conmigo. 

Hola. Yo soy Ana y te invito para que veas cómo Dios me ayudó a sanar mi alma, mente y corazón de la depresión.  


Jesús es la luzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora