La paciencia

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Esperé pacientemente al Señor, y Él se inclinó a mí y oyó mi clamor. Me sacó del hoyo de la destrucción, del lodo cenagoso; asentó mis pies sobre una roca y afirmó mis pasos. Puso en mi boca un cántico nuevo, un canto de alabanza a nuestro Dios. Muchos verán esto, y temerán y confiarán en el Señor. Salmo 40:1-3

Cuando el dolor, la tristeza y la desesperación inundan tu vida vives en total desesperación. Es difícil esperar cuando sientes a flor de piel; con mucha sensibilidad, todo lo que ocurre a tu alrededor o cuando en mi caso, sufres una especie de letargo en el que ves cómo ocurren cosas a tu alrededor, pero no te importa. En cierta forma es como si te volvieras insensible a todo lo que te sucede, pero quieres que pase rápido, quieres encontrar la luz, pero aunque esté cerca o lejos no la puedes ver.

Es difícil esperar en Dios cuando estás sufriendo y no ves una salida, depender de Él, y esperar cuál sea su respuesta, confiar en que Él es nuestro consolador, ayudador y protector y que nos ama profunda y eternamente. Te repito que es difícil, pero no imposible, solo basta depender totalmente de Él y no en nuestra propia fuerza, ir con un corazón contrito, humillado al Señor; reconociendo que necesitamos su ayuda para creer en Él. 

La fe, la esperanza y la paciencia van de la mano y sea cual sea la respuesta del Señor a nuestra situación, debemos recordar que su voluntad para nuestras vidas es perfecta. Recuerda que el plan de Dios para cada uno de sus hijos es hacernos cada día más como Cristo hasta que seamos perfeccionados. 

Asimismo debemos recordar que Cristo entiende nuestra situación, pues Él también sufrió. Cristo se compadece de nosotros. Así que, podemos acercarnos confiadamente a Él. 

Que tu alma espere en Dios y que aún le alabe en medio del sufrimiento.

Jesús es la luzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora