La desdicha

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Cuando te han traicionado o decepcionado viene la desdicha. Ese sentir en tu corazón de desesperanza y total oscuridad. Es como si fueras uno de esos pequeños niños o ancianos que como creen algunos están al poder de la suerte en la calle. No tienen quién se apiade de ellos. Cuando te sientes desdichado piensas que todo está en tu contra.

A partir de la gran decepción que sufrí al darme cuenta de el tipo de personas que me rodeaban me sentí muy desdichada. Me sentía sola, incomprendida, excluida, sin ningún doliente. No todas las personas que estaban a mi alrededor entendían por lo que estaba pasando. Era difícil hablar, pues pensaba que no iban a entender. Además, tenía miedo de salir lastimada por la decepción otra vez. Me aparté de todos, incluso de Dios. No tenía deseos de orar ni mucho menos de leer la Biblia. Me sentía totalmente sola.

Pasaron meses. Así, poco a poco me hundí más en la depresión y me sentía más desdichada. Estaba enojada con Dios, pues no entendía por qué permitió que sufriera tanto para conocer cuál es la verdad. Mi enojo contra Dios era porque quería que hubiera un culpable por todo lo que había sufrido. Al tomar la mala decisión de enojarme con Dios en vez de confiar en Él y seguir buscándole, mi depresión se agravó y afectó todas las áreas de mi vida: la relación con mi familia, amigos, no quería salir de casa, mis notas en la universidad bajaron y lo peor es que intenté atentar contra mi vida. Además, en ese tiempo me dejé usar por un chico en una relación que tuve.

―Ana, no puedo tener una relación sería ahora. Solo pasemos el momento y veremos qué pasa. Me dijo ansioso y algo molesto.

Estaba tan fuera de mí, que cuando el chico obtuvo lo que quería de mí, se fue.

Sufrí mucho por lo desdichada que me sentía y también por las malas decisiones que tomé. No quiero que tú cometas los mismos errores que yo.

Cuando sufras, en vez de sentirte mejor por tu cuenta, ríndete a Dios y espera en Él. Dios es justo y todas las cosas que hace en nuestra vida es para hacernos conforme a la imagen de Cristo Jesús. Con el tiempo nos hace ver que es necesario que por muchas tribulaciones entremos en su reino. Te aseguro que ningún sufrimiento que podamos tener en la tierra se compara con la paz y gozo que tendremos en el cielo por siempre al estar con el Señor.

No te apartes de Dios nunca. Aun en tu dolor más profundo Él esta para brindarte su amor, bondad y paz. Confía en Él. Nada nos puede separar de su amor. Si alguien te ha ofendido y sientes rencor o amargura en tu corazón pídele a Dios que te ayude a perdonar a esos que te lastimaron. Pídele que te ayude a tratarlos como a ti te gustaría que te tratarán. Ámalos. No tomes la venganza en tus manos, déjala al Señor. 

Pues considero que los sufrimientos de este tiempo presente no son dignos de ser comparados con la gloria que nos ha de ser revelada. Y sabemos que para los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien, esto es, para los que son llamados conforme a Su propósito. Romanos 8:18, 28

Jesús es la luzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora