El pecado

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Esa sombra que quema. La depravación total de mi ser. Infracciones a los dulces mandamientos de Dios. Desobedecer a un Dios Santo, entristecer a un Dios Santo, quebrantar su ley.

Desde un encuentro temprano con la pornografía a los ocho años, hasta un viaje en la masturbación y el lesbianismo de dieciocho años, ha sido mucho mi pecado. Su sombra me ha acompañado desde siempre. Aunque ya dejé de practicar esas cosas, otras me siguen acompañando. La lascivia, la envidia, los celos, la mentira, el orgullo, la ira, malos pensamientos. Y muchísimas cosas más.

Soy pecadora. La sombra de mi pecado me puede seguir a dondequiera que vaya o este. Es mi naturaleza. El sentirme perdonada por Dios nunca dependerá del sentimiento que pueda tener en el momento sino en creer lo que dice su palabra:

Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonarnos los pecados y para limpiarnos de toda maldad. 1 Juan 1:9

Sinceramente no entiendo como Dios puede amar a alguien como yo. Fallo constantemente. No entiendo como pudo salvarme, pues no lo merezco. He aquí la respuesta, aunque mi mente no lo comprenda todavía del todo:

He sido salva del pecado, la muerte y el infierno por gracia. 

He sido salva del pecado, gracias a que Cristo murió por mí en la cruz y llevó todos mis pecados. 

Así que ya el pecado no se enseñorea más de mí, pues sé que Cristo me ha perdonado y me ha hecho libre para su gloria.

Pero Dios demuestra Su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Romanos 5:8

Jesús es la luzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora