La decepción

243 17 4
                                    

Ese sentimiento causado por el desengaño. Frustración, dolor, tristeza. Después de una decepción sientes que todos te van a desilusionar. Vives a la expectativa de que algo malo va a suceder siempre, en todo momento. Es inevitable, no sentirse decepcionado alguna vez.

La causa de la decepción pueden ser muchas: la traición, el engaño, el descuido de parte de alguien que quieres. También puede venir de ti mismo, cuando no puedes cumplir tus metas o deseos. Ciertamente la decepción esta siempre a la puerta, y puede abrir paso a la depresión más profunda y dolorosa que te puedas imaginar.

La decepción más grande que he sufrido sucedió cuando tenía quince años. Llegué a una nueva iglesia con nuevas expectativas. De verdad quería buscar de Dios, pero al mismo tiempo luchaba en negar las cosas que veía a mi alrededor. Ciertamente muy pocos miembros buscaban la santidad. Solo querían complacerse a ellos mismos. El "evangelio" de esa iglesia estaba centrado en el hombre, y en lo que Dios podía hacer a través de él. Había muchas revelaciones y muy poca Biblia. Usaban los mismos versículos de la Biblia para hacer énfasis en las ofrendas y el diezmo. Por supuesto, que al hacer tanto énfasis en el dinero los líderes de esa iglesia tenían preferencia por los hermanos con una mejor posición social. No se aceptaba poner a prueba a la luz de las escrituras lo que el pastor y demás líderes decían. A veces, hasta nos prohibían usar las redes sociales o escuchar prédicas en otro lugar, con temor a que sus mentiras fueran descubiertas.

Dios abrió mis ojos y me permitió ver que en el lugar en el que estaba no se predicaba el evangelio de Cristo. Ese que no hace énfasis en el hombre y en su éxito, sino en darle la gloria a Cristo, y poner la mira en las cosas de arriba. Ese evangelio en el que el mejor nombre que se nos da es siervos inútiles, y eso es sí hacemos lo que el Señor nos manda. Donde se nos dice: debes negarte a ti mismo, toma tu cruz y sígueme. Déjalo todo y sígueme. 

Cuando me di cuenta de la tanta basura que había en esa iglesia, me puse muy triste, pues todo lo que creía había sido un engaño. No sabía qué hacer, me sentía muy sola y tenía miedo de enfrentar a algún hermano y mucho más de enfrentar a un líder de la congregación. El día que intenté confrontar al pastor de la iglesia, estaba muy nerviosa y realmente no pude hacerlo bien; con mucha propiedad. Le hablé acerca de una de las cosas que recordé en el momento que no estaban bien, y que eran de las que más me afectaban:

—He estado viendo algunas prédicas en YouTube y me he dado cuenta que declarar y decretar cosas no es correcto. Dije nerviosa al pastor.

—Por eso es que les digo que no vean cosas por ahí, para que no se confundan. Dijo molesto. Si usted va a dudar de nosotros y de lo que hacemos aquí, váyase a otra iglesia.

—¡Oh, no, no! Me quedaré aquí, entiendo. Dije asustada.

—Oremos.

A pesar de que oramos para que el Señor quitará todas las dudas que tenía, las dudas no se fueron. Recuerdo que cuando iba camino a casa dije:

—Si ese hombre fuese un pastor de verdad, no hubiera reaccionado así.

Decidí que no volvería jamás. Cuando les dije a algunos de mis hermanos en la fe más cercanos la razón por la que tenía días faltando a la iglesia y por la que no volvería a congregarme ahí, no reaccionaron en la manera que esperé. La mayoría me abandonaron, y no dieron lugar a evaluar las doctrinas de esa iglesia y lo que predicaban sus líderes. Se apartaron de mí como si fuera una amenaza o enemiga.

Gracias a Dios, fui librada del engaño en el que muchos están y pude congregarme en una iglesia real, donde se predica el evangelio de Jesucristo. Aunque por mucho tiempo estuve muy triste por la decepción que sufrí de parte de esas personas, gracias a Dios pude entender que Él me sacó del engaño y la mentira de ese lugar, y me permitió conocerle de verdad. Me permitió conocer realmente qué es el evangelio.

Con mucha certeza puedo decirte que de otros y de ti mismo sufrirás decepciones, pero quien nunca te decepcionará es Dios, pues Él no cambia, es siempre el mismo. Además cuando nos sentimos decepcionados podemos acudir al Señor, pues Él es nuestro refugio.

Jesucristo es el mismo ayer y hoy y por los siglos. Hebreos 13:8

En Dios solamente espera en silencio mi alma; De Él viene mi salvación. Solo Él es mi roca y mi salvación, Mi baluarte, nunca seré sacudido. Salmo 62:1-2

Jesús es la luzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora