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Estaba tranquilo, asombrosamente tranquilo en nuestra segunda cita, al igual que en las siguientes, era porque estaba contigo y no alguien más, me hacías sentir bien con cualquier cosa que hicieramos. Pero esa vez, en nuestra cuarta cita, por fin te besé.

Fue un beso tan... hermoso, por fin había tocado y acaraciado tus labios con los míos, puede que para otros fuera sólo un simple roce, pequeño y sin importancia pero para mí fue lo mejor del mundo. Tu sonrojo... Ahora que lo recuerdo todo el tiempo estabas sonriendo o sonrojado conmigo, excepto muy pocas veces ¿Tu también sentías lo mismo que yo? ¿Lo sigues haciendo?

Llegamos a casa y lo primero que hice fue besarte, nuestras lenguas bailaban al mismo compás, tus manos rodeaban mi cuello y las mías tocaban con ímpetu la hermosa cintura que tenías, me estaba volviendo loco ¿Sabes? Tenerte bajo mi merced pero con miedo de que algo malo ocurriese.

Te acosté en el sillón y toqué tus pequeños y tiernos botoncitos rosados en tu pecho, no llegamos a más porque queríamos esperar y tomarlo con calma, aún creo que eso vez tu rostro fue la cosa más erótica que pude haber visto en mi vida.

Ángel 『KaiLen』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora