VI

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Nada importa, maldita sea. Hace días que él no le presta suficiente atención, hace días que no le sigue a casa. Hace mucho que ese niño dejó de importarle. Era así hasta que el idiota decidió ir y postular para la misma academia que él. ¡Maldito Bastardo!

Regresó casi corriendo por su mochila dentro del aula notando obviamente, que aquel niño había huido de sus manos antes que cualquier otro estúpido al que haya deseado patearle el culo.

Las peleas y riñas con otros alfas se presentaban con más frecuencia, pero eran bastante cortas pues, Bakugo podía demostrarle con garras que nadie podría imponerse por encima de él, siendo así, Deku no era quien para postular a una escuela de tal nivel y mucho menos ante él.

Miró a través de la ventana, Deku no parecía salir y andar por ahí. ¿Aun estaría dentro? El que no le haya seguido el paso parecía ser toda una desventaja. No había muchas opciones.

Optó por ir de regreso a casa, recordando que calles es que el niño usaba para regresar. Calle tras calle, sendero por sendero ¿Dónde mierda te escondes?

Y, como si fuera magia parecía oler a algo muy peculiar. Ciertamente, él, como alfa, podía buscar a ese niño fácilmente a través de su olor. Era un completo idiota al no escoger esa como medida de búsqueda desde el principio.

¿Eso era miel? Sí, claro que si... miel y ceniza, asquerosa ceniza. Rastreo aquel olor, lentamente pues aun su olfato no era del todo sensible y preciso —eso le irritaba de sobre manera, pero no era tema por el cual comenzara a comerse la cabeza en ese punto— aun así, no le dificultaba su objetivo, ir y encarar a Deku era la prioridad.

No seguía el camino común, en realidad parecía desviarse a un pequeño callejón.

— ¿Qué mierda has estado haciendo, eh? —Podía escuchar sin acercarse demasiado. Ese no es el estúpido de Deku. Parecía ser que él muy estúpido había rastreado a alguien más.

—N-nada. —Decía casi ahogándose con las palabras. Esa voz, ese tono al hablar propio de Deku. No se había equivocado en realidad.

— ¿Nada? —Un simple desliz. Fuerte. Como si la palma de la mano hubiera chocado contra algún pedazo de carne. —No puedes mentirme, Izuku, no puedes hacerlo.

—De verdad. Nada. —Parecía que iba a llorar porque su voz estaba quebrándose, débil al pronunciar. —Vine de regreso, t-tan rápido como siempre.

Y, después de una no muy duradera pausa, algo chocó contra la pared. Sin mucho sonido, pero muy certero.

—Maldita perra mentirosa.

—S-suéltame... ¡S-suelt-tame! —Débil al principio, Gritando al final. Su voz se ahogaba, casi imposible de articular alguna palabra. Katsuki en un desespero que él no podía entender como propio de sus acciones decidió introducirse dentro del callejón mandando al carajo el anonimato. Deku pudo ver aquellos ojos escarlatas mientras mantenía sus manos contra aquellas otras sobre su cuello— ¿Ka-kacchan...?—Pronuncio entrecortadamente efecto de la falta de aire.

—Suéltalo, bastardo. —podía sentir como cada parte de sí mismo se entumía para después sentirse aún más ligera. Podía brincar y con un golpe noquear a ese imbécil.

Como si aquellas palabras hubieran tenido un buen efecto es que aquel muchacho de cabellos celestes soltó a Midoriya, quien calló, después de ser sostenido casi por los aires; sobre el suelo, sujetándose de la pared con la que había sido estampado, evitando caer.

— No pienso pelear contigo. —Dijo aquel muchacho, notando las claras intenciones al imponerse Katsuki, retándolo con la mirada, casi advirtiéndole al contrario. Ambos alfas, no era necesario enfrentarse. —Solo ignora esto y olvídalo ¿Quieres?

¡Nos vemos mañana! [KatsuDeku] |OMEGAVERSE|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora