Epílogo

34 7 8
                                    

Treinta años mi vida.
Hace treinta años que te fuiste de mi lado para vivir alojada en mi corazón.

Formas parte de mí y lo sabes, porque no hay día que no recuerde tu mirada, que no piense en tu sonrisa, que no escuche tu voz en la brisa del viento o sienta tus pasos dulces en el aleteo de las mariposas entre las hojas. Sigues siendo y siempre serás mi amor... ¿lo sabes?

Y aquí estoy… donde reposan las cenizas de tu esencia, como tú querías. Y aquí vengo cada año para que sepas mi amor que no te olvido y para que sientas como aún a pesar del paso del tiempo… te sigo amando.

Ya lo sabes, porque a lo largo de todo el año te he ido contando mis aventuras y desventuras, pero quiero contártelo aquí, sentado bajo el sauce donde nos citamos la primera vez que nos besamos… por cierto ¡qué guapa estabas!, sí, aún recuerdo tu pícara mirada mi pequeña ninfa de los bosques, esa ternura inocente, esquiva, tímida, que hizo que me estremeciera cuando rocé tus labios… aún recuerdo tu aliento y la jugosidad de tus labios y sí mi amor… aún recuerdo el aroma afrutado de tu piel mezclado con sándalo y vainilla… lo sabes pequeñaja, sabes que siempre me cautivó tu olor y aún ahora puedo olerte y vuelve a latirme el corazón como esa vez, esperando estrecharte entre mis brazos para sentirte estremecer y diluirme contigo.

Y lo sabes porque vas conmigo, pero quiero contártelo aquí recostado contra este sauce viejo, que forma parte de mí. Amanda me ha hecho abuelo, sí mi amor… es tan tierno, tan dulce. Nunca creí que pudiera sentir la inmensidad de la vida en un ser tan pequeñito y debe ser que yo ya me siento un poco abuelo… las canas cubren toda mi cabellera, sí, aún la conservo toda y es que creo que tú cuidas mis cabellos, siempre te gustó mi melena y te dormías acariciándola y sabes que me encantaba y ahí sigue, un poco más despoblada pero ahí está mi amor.

Y tengo que confesarte que me siento el abuelo más feliz del mundo, porque sé que mi vida va llegando a su fin y que, a pesar de todo, la vida continuará en mis hijos y en ese pequeñín y los que vengan... ¡qué maravillosa es la vida amor!
Y sé qué lo sabes… lo sé porque cuando recibí la noticia estabas ahí en mi corazón y me trajiste una paz que no esperaba, pero aquí estoy para contártelo como todos los años, porque a pesar del paso del tiempo y de la vida eres y seguirás siendo mi primer amor.

Me quedan ocho meses, o eso dicen… cuando el médico me dio la noticia recordé ese día cuando nos dijeron que a penas te quedaban seis meses a ti. Es todo tan difícil. Sé que mi esposa va a sufrir y lo va a pasar mal, porque yo he estado ahí y sé lo mal que lo pasamos. Por eso estoy intentando darle todo el cariño y amor que puedo, porque sé lo dura que va a ser mi ausencia, pero sé también que Amanda y ese pequeñito que ha nacido llenarán su vida y le darán calor y un motivo para continuar.
Sí mi vida, ocho meses y me reuniré a tu lado, tal vez sea la última vez que venga a sentarme aquí para contarte como me ha ido el año. Tal vez el año que viene sea uno contigo y ya pueda disfrutar contigo por fin la eternidad… y aunque estoy feliz porque podré fundirme en tu esencia cuando viertan mis cenizas bajo este sauce, junto a las tuyas, sé que echaré de menos a mi esposa, que me ha acompañado a lo largo del camino de la vida, y a ese pequeño al que posiblemente no podré enseñar a jugar al futbol ni podré contarle historias ni comprarle regalos en sus cumpleaños.

Cuando pienso en mi partida, sé que no va a ser tan dura porque sé amor que estarás ahí para recibirme… por eso quiero darte las gracias. Gracias por acompañarme a lo largo de toda mi vida. Gracias por haber reído conmigo, soñado conmigo, llorado conmigo… gracias porque he podido ser feliz, porque has estado a mi lado y he sentido en mi corazón lo cerca que has estado, y sobre todo gracias porque sé que cuando llegue mi último suspiro estarás ahí para acompañarme a la eternidad.

Me gustaría hacerte tantas preguntas… tantas… porque mi amor, me da un poco de miedo ese salto, no sé si me flaquearán las fuerzas cuando este viejo cuerpo ya no responda y sienta que me cuesta respirar y ya no pueda. ¿Duele? ¿Es tan angustioso como parece? Sé que vas a estar ahí y eso me da fuerzas, pero debo confesarte que me da miedo.

¿Sabes? He empezado a escribirle cartas a mi esposa, como hicimos tú y yo, y es que ya lo sabes, pero me ayudaron mucho… mucho. En esos momentos en que las fuerzas hacían que deseara partir a tu lado, leer tus palabras me daban el aliento que necesitaba. Creo que fueron el mejor regalo que pudiste hacerme y todavía las leo cada año, y las tengo guardadas en la caja de los tesoros que he ido recopilando en esta vida que Dios me ha dado.

Estoy mirando la quietud del agua. Es un tibio día de primavera y siento como reposa mi alma. Creo que he conseguido la serenidad de la vida bien vivida. Siento que he hecho el camino y he conseguido volar como las águilas, en esos momentos en los que el camino se hacía duro y tortuoso, para poder dirigirme un poco más seguro. Creo que puedo descansar en paz porque no he sido perfecto, pero me he crecido en mis derrotas y he conseguido sacar fuerzas de mis debilidades, he aprendido a ser imperfecto y ser feliz. Pero sobre todo he dado todo el amor que he podido a todos los que me rodeaban… eso lo aprendimos juntos tú y yo y lo he puesto en práctica siempre, porque ahora, al final del camino, cuando sé que tal vez no vuelva aquí el año que viene, cuando sé que tal vez no vuelva a ver a mis seres amados… lo único que me queda y lo único que recuerdo son esos abrazos y esos besos, y todo el amor que he dado y que me han dado… incluido el tuyo amor, que fue el primero y el que me marcó para llegar a ser lo que ahora soy.

Espero poder ser consuelo en el corazón de mi esposa como tú has sido en el mío. Espero ser recuerdo en el corazón de mis seres amados como tú lo eres… y espero que la eternidad sea vida eterna para poder seguir disfrutando del amor.

Y ahora mi vida, cerraré los ojos para descansar un poquito más… siento como late mi corazón y recuerdo el tuyo. Y al compás lento y pausado de este valls, quiero entregarte todo lo que he sido y todo lo que soy… recuerda que tenemos una cita en un año. No sé dónde estaremos, pero sí sé que podré cogerte de la mano y caminar contigo. Sé que vendrás a mi encuentro, y amor, cuando me falten las fuerzas y sé que estarás ahí porque nunca me has dejado, solo cógeme fuerte la mano y susúrrame al oído mi nombre con la dulzura de esa voz que todavía llevo grabada en mi corazón y entonces, sé que sacaré fuerzas para sonreírte, y para partir a la paz que nos ofrece la eternidad.

Gracias amor por haber estado siempre conmigo.

Gracias amor… por haberme amado.

Cartas al infinitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora