La lluvia era un manto pesado sobre su cuerpo haciendo que su ropa se pegara a su piel, el frío se colaba hasta sus huesos dificultando sus movimientos, podía sentir cómo cada articulación crujía en un sonido casi silencioso, su cuerpo se congelaba. Sin embargo no podía detenerse a buscar refugio del despiadado clima de invierno.
No podía detenerse.
Porque le seguían los pasos.
Siguió corriendo por una calle desierta, los edificios de departamentos a ambos lados parecían fríos monumentos fantasmales, mientras la luz de las farolas era distorsionada por el agua, apenas podía ver por las gotas que entraban en sus ojos.
El aire frío quemaba su nariz y helaba sus pulmones, mientras intentaba a duras penas aumentar la distancia entre él y sus perseguidores, sacando fuerzas donde ya no le quedaban, jadeaba al no encontrar suficiente aire. El cansancio era una cruel amenaza, y el agudo dolor debajo de sus costillas era un recordatorio de que no mantendría el paso por mucho tiempo.
Dobló por un estrecho callejón, el fresco olor de la lluvia difuminaba el olor acre de los gatos callejeros, las ratas y las bolsas de basura a ambos lados.
Ignorando aquella pestilencia, saltó con agilidad una valla metálica que parecía separar los edificios de la cuadra y se dispuso a correr hacia la calle.
Sus músculos ya no reaccionaban y su pequeño cuerpo le exigía detenerse. Pero no podía.
La amenaza era real.
Obligó a sus piernas a llevarlo a la única salida, pero antes de que pudiera llegar fue detenido por tres borrosas siluetas que le cortaron el paso de golpe.
Con su cuerpo inundado de adrenalina y su bestia interior agazapada, se atrevió a avanzar, ya no tenía nada más que perder, un sonido ahogado detrás de él lo detuvo y al sentir la fuerza de su oponente incluso cuando no podía verlo, la necesidad de replegarse casi lo dominó.
—Eres bueno para correr, estúpido sumiso ¿Por qué huyes?
La profunda voz hizo erizar su pelaje, la fuerza extraña que vibraba a veces en su interior, rezumó con vigor, instándole a que no se dejara amedrentar.
—Te he hecho una pregunta. —Aquel niño que tantas veces lo había torturado, humillado y golpeado, lo rodeó una vez más— ¿Estás sordo?
Sus ojos brillaban como llamas encendidas, el poder que emanaban casi lo hizo estremecer, casi.
Porque a pesar de que era un sumiso, no lo obedecía. A nadie. Y no entendía porqué. Pero él sospechaba que sus reacciones eran producto de esa fuerza que vivía en su interior.
Aunque ellos no tenían porqué saberlo.
—Admito que eres rápido. —Le mostró sus colmillos, su postura se veía tensa—. Pero eres muy tonto al pensar que de verdad podrías escapar. No dejaremos que un sumiso huya tan fácilmente. Regresa con el clan.
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Pasiones Ocultas [Serie Ice Daggers 4]
Romance"No ocultes quién eres" Un hombre con un secreto oscuro, una mujer con un pasado lleno de cicatrices, dos personas que en la compañía han sanado sus heridas... Pertenecientes a un linaje que se cree casi extinto, Aiden y Riley tienen que asistir al...