Cap. 2: Día de visitas y reencuentros

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Ahhh, Morioh... con tu aire puro y esos pajaritos que me despiertan a las seis de la mañana con sus cantos... Realmente echaba de menos este sitio. Viví toda mi vida aquí, hasta que mi enfermedad despertó y mis padres tuvieron que vender la casa para mudarnos al extranjero y pagar el tratamiento.
Claro que al final ningún tratamiento fue efectivo, por lo que mi familia y yo nos dimos por vencidos. Mis padres y yo nos resignamos a mi inminente muerte, pero mi hermano mayor jamás pudo hacerse a la idea. Mientras yo estudiaba y entrenaba para convertirme en "la mejor y más joven detective de todo el mundo mundial", él se tragaba enormes libros completos sobre medicina. Él había prometido que encontraría una cura antes de que fuera demasiado tarde, pero sinceramente yo no podía darme el lujo de albergar tales esperanzas. Estaba agradecida con él, pero lamentaba que tuviera que esforzarse tanto por mí...

¡En fin! Levantarse de la cama con esos pensamientos no es recomendable si se quiere tener un día productivo, ¿verdad? Si comenzaba a deprimirme ahora, en plena mañana, ¿qué me depararía el resto del día?

Me desperecé y me quité las mantas de encima. "Hoy será un buen día. Seguro descubriré algo más sobre el asesino". Tal vez pensar tanto en el trabajo cuando mi cuerpo estaba dejando de funcionar poco a poco no era demasiado saludable, pero era lo único que me mantenía optimista. Quedarme con mis deprimidos padres me hubiera conducido a la demencia, y además el trabajo me tenía lo suficientemente distraída como para pensar en lo desgraciada que era mi vida...

El hotel era agradable y todo eso, pero debía conseguir una casa (al menos para alquilar) lo más rápido posible si quería que mis yenes duraran un poco más en mis bolsillos. Porque la verdad era que, por más bonito que fuera ese hotel, era realmente inaccesible para un a detective pobretona y enferma como yo...

Me vestí sin mucho apuro y salí del hotel. Era sábado, por lo que había decidido que pasaría a visitar a Tomoko y a Josuke. Compré un café y un panecillo de chocolate de camino, y decidí detenerme en el parque para comer.
Nunca me hubiera imaginado a mi misma en esta situación: desayunando a solas en la banca de un parque, pensando en lo frágil que es la vida de los humanos... Agh, que cursi. Sacudí la cabeza para quitarme estos pensamientos, y sin más comencé a devorar el delicioso panecillo.

-Quien diría que me encontraría a una "gran" detective en una situación tan penosa...- dijo una voz, proveniente de mi derecha.

Di un sorbo a mi vaso descartable de café antes de voltear la cabeza. Con una sonrisa ladina, le contesté a su sarcástico comentario.

-Y aquí tenemos a nuestro "famoso" dibujante, quien seguramente se encuentra retratando la vida salvaje que mora en este parque...

-Soy un mangaka- me corrigió, cruzando los brazos sobre el pecho.

-Eso es lo mismo que ser un dibujante...

-No, claro que no es lo mismo. Pero una mente pequeña como la tuya jamás entendería eso...

Rodé los ojos con fastidio y bebí otro poco de café.

-Bueno, como sea. Y ¿qué te trae por aquí, señor Kishibe?

-Como bien has dicho, estoy aquí para retratar "la vida salvaje" de este parque. Supongo que fue una suerte encontrarte, seguramente tú eres el espécimen más raro de todo el lugar...

Lancé un suspiro de desesperanza. Realmente era imposible conversar con este sujeto...

-¿Siempre eres así de elocuente con las damas?- pregunté.

-¿Y tú siempre haces tantas preguntas?

-Pues soy detective, a eso me dedico...

Le solté una sonrisa, y moví mi trasero hacia un costado, para luego indicarle con la mano que tomara asiento a mi lado. Dudó unos instantes, hasta que finalmente aceptó mi invitación.

Sangre, tinta y un poco de romance [Rohan×Reader]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora