Cap. 12: Una tarde en el hospital

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Acomodé unas cuantas cosas en el estudio de Rohan. Tuve que tirar algunos trozos de mueble roto, y algunas hojas y esas cosas que habían quedado arruinadas.
Guardé algunos mangas y su carpeta de dibujo (junto con algunos lápicesy otros utensilios) en una bolsa, para que Rohan tuviera algo con qué entretenerse durante su convalecencia.
Luego de eso, me metí en el cuarto del peliverde y guardé algo de ropa para él en un bolso. ¿La parte divertida? Buscar sus calzoncillos...

¡No es que sea una pervertida ni nada de eso! Bueno, pensándolo bien... mejor cierro la boca.

Una vez que tuve todo preparado, decidí que era hora de salir. Estaba un poco cansada luego del trabajo y después de haber estado ordenando, pero podía soportarlo.
Como no tenía ganas de caminar hasta el hospital, decidí tomarme un taxi. Tardamos apenas unos quince minutos en llegar hasta allí; de haber ido caminando, no quiero ni imaginarme cuánto tiempo me habría tomado...
Le pagué al taxista y le di las gracias. Luego de eso, ingresé al hospital.

-Ugh... odio los hospitales- murmuré, recordando las miles de veces que había tenido que internarme debido a mi enfermedad.

-¡Buen día!- me saludó la amable recepcionista.

Era una chica joven, incluso más que yo. Me pregunté por qué una chica de su edad estaría trabajando en un hospital...

-Hola, vengo a traerle algunas cosas al cabeza de alga- le dije a la muchacha. Ella me miró con expresión extrañada -. ¿El mangaka loco?- ella seguía sin asociar mis sustantivos calificativos -. Estoy hablando de Rohan Kishibe.

-¡Ah, claro! Su habitación es la número 342. ¿Sabes cómo llegar?

-Sí, estuve aquí ayer, mi memoria no es tan mala...- bromeé haciéndome la ofendida.

-Lo siento, no pretendía...- comenzó a disculparse ella, pero repentinamente se detuvo y miró hacia un punto a mis espaldas -¡Katagiri-kun! ¡Buenos días!- soltó ella, con los ojos brillantes.

Me volteé para ver qué o quién había causado tal revuelo en la jovencita.
¿Katagiri? Si bien recordaba, ese era el apellido de un criminal de Morioh que recientemente había escapado de la prisión, y que no había vuelto a ser atrapado...
Pero cuando giré la cabeza, descubrí a un muchacho rubio, como de la misma edad de la recepcionista. Tenía una venda blanca alrededor de su cabeza, la cual le cubría el ojo izquierdo por completo. El iris de su ojo derecho tenía una bella tonalidad violeta.

-¿Vienes a ver a tu madre?- indagó la recepcionista.

El chico simplemente asintió con la cabeza, y sin siquiera mediar palabra, se perdió por uno de los pasillos del hospital.
Iba a indagarle a la recepcionista al respecto, pero al ver su expresión triste y desilusionada, decidí no abrir la boca.

-Bueno, gracias por tu asistencia- le sonreí, mientras me dirigía a la habitación de Rohan.

Anduve por algunos pasillos, esquivando personal médico y pacientes por doquier, recordando las malas memorias de mis experiencias pasadas en hospitales... Maldito Rohan, ¿cómo se te ocurrió dejarte golpear así?
Finalmente llegué a su habitación. Abrí la puerta con algarabía, y estaba a punto de saludarlo enérgicamente, cuando noté que el muy idiota estaba durmiendo. Tenía los ojos cerrados, y su respiración era serena.

Me acerqué a él sin hacer ruido, y dejé en el suelo las cosas que había traído. Lo observé atentamente, y descubrí que su rostro estaba un poco menos hinchado que el día anterior.
Tomé asiento en el pequeño sillón que había junto a su cabecera, dispuesta a esperar a que despertara y así entregarle sus cosas personalmente. Comencé a sentirme cada vez más somnolienta a medida que los minutos pasaban. Traté de distraerme con una revista, pero los cabeceos que me producía el cansancio eran imposibles de ignorar.

Sangre, tinta y un poco de romance [Rohan×Reader]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora