Capítulo 1: Un mundo muy loco.

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"Oculto mi cabeza, quiero ahogar mi dolor. Sin un mañana, sin un futuro".

Mad World – Gary Jules.


D A N A



El cielo se teñía de un color gris, lo que me hizo suponer que el pronóstico de las once que anunciaba la tormenta más fuerte de todo el año estaba por primera vez en lo correcto. Me levanté de mala gana de la cama a revisar la hora: eran las cinco y cuarenta y seis de la tarde y yo todavía seguía tumbada en mi cómoda cama, ya moldeada con mi cuerpo.

Desde que dos de mis amigas y yo tomamos la descabellada decisión de mudarnos al otro lado del mundo, no había hecho nada productivo con mi vida aparte de trabajar por Internet, diseñando portadas para diferentes revistas y autores, desarrollando el aprendizaje de solo uno de los tres cursos que tomé de vuelta en Colorado. Mis amigas y yo éramos inseparables, así que decidimos apuntarnos juntas a todos los cursos que tomamos en la escuela, y las tres obtuvimos nuestros diplomas en Diseño Gráfico pre–universitario, Música e Producción Musical y Psicología y Psiquiatría básica.

Vivíamos las tres juntas en un penthouse en alguna parte del centro de Seúl, el cual compramos usando el dinero que la madre de Luna nos dio y los ahorros originalmente planeados para "la gira de conciertos post–graduación" que haríamos juntas. Todos esos planes que habíamos hecho desde el último año de la primaria, todos se fueron a la basura luego de que le diera una oportunidad al chico incorrecto, abusara tanto de mi confianza como de mi cuerpo y luego me humillara frente a todo nuestro pueblito. Las chicas me lo habían advertido desde un principio: Ross era un cerdo, pero no les creí.

Tan humillada estaba que decidí que tenía que irme, y mis padres me apoyaron. Al principio, el plan era mudarme con mis tíos a Chicago, pero todo cambió cuando otra de nosotras experimentó el mayor trauma de su vida. Un día cualquiera, en los últimos días de clases, llamaron a Luna a la oficina de la directora. A todos nos extrañó, ya que Luna era una alumna de comportamiento ejemplar, no podía ser por algo que hubiese hecho.

Y claro que no fue por eso, pues cinco minutos después el profesor de Química subió a nuestra aula para informarnos que el padre de Luna acababa de morir.

Luna por lo usual era un rayito de sol, irónicamente. Pero ese día, cuando fuimos a la funeraria, parecía una casa de cartas: el más mínimo soplido podría haberla derrumbado. A ciencia cierta, Luna era una niña de papá. A pesar de que su familia fuese una de las más adineradas de nuestra escuela, ella era muy humilde y nunca pedía nada ostentoso ni ropa de marca. Pero su padre, tan orgulloso de todo lo que Luna hacía y se proponía mejorar, se aseguraba de que nunca le faltara nada. Su madre, sus dos hermanos y ella quedaron completamente devastados, y era completamente comprensible.

El minuto de silencio en nuestra ceremonia de graduación nos aclaró a todos que Luna no podía seguir en ese lugar, y Lena, su mejor amiga, decidió apoyarla. Y al escuchar que yo quería irme, tomó una decisión muy alocada en nombre de las tres. Con el apoyo monetario antes nombrado, compró tres boletos de avión a Seúl. Y después de tres semanas durmiendo en un hotel, logramos mudarnos a nuestra actual vivienda, un auténtico desastre que usualmente Luna ordenaba.

Al salir de mi habitación, seguramente luciendo como la encarnación humana de la pereza, me encontré con Lena en la sala de estar, con un protector plástico en el suelo y pintura en toda su existencia. No tardé en reconocer la pieza de ropa que cargaba puesta.

sinners | bts.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora