Una chica Maddox

CAPITULO 26.

Thomas se había ido a dormir ya que estaba cansado, así que me quede en el mesón de la cocina con Thiago.

-Mira he decidido traer un calendario en el cual colocaras los días que tengas quimio, los días en el que necesitas reposo y así - dijo mostrándome el calendario - bueno más que para ti es para Thomas que es muy olvidadizo
-Entonces aparte de ser un investigador eres todo un diseñador de interiores - le dije
-No, de hecho está no fue mi idea si no  de Liis una investigadora que es el grupo selecto de tu hermano
-O sea que todos saben que estoy aquí - le dije
-Eso no quiere decir que todo el FBI sepa que estás aquí y tu condición - dijo parándose de su asiento - eso quiere decir que el grupo selecto de tu hermano lo sabe y que por lo tanto deben saberlo ya que él se ausentará en algunos días y eso va a ser normal, Tara
-Bueno tal parece que mis químios empiezan la otra semana
-Eso quieres decir que tenemos toda una semana para mostrarte Chicago - dijo tomando mi mano - ¿Ya desempacaste? ¿Quieres que te ayude?
-Vamos

Y así sucedió Thiago me ayudó a desempacar mis cosas; él me las pasaba yo las doblada y las guardaba en su respectivo lugar mientras hablamos de algunas cosas, entendí que su apellido era de origen italiano y tenia antepasado allí debes en cuando iba a visitar a sus abuelos en Venecia de donde era toda su familia, también me contó el porque llego a Estados Unidos, y fue por el trabajo de su padre que al principio empezó como un carabaneri (es como se le dicen a los policías en Italia) que por su gran trabajo en una investigación de narcotrafico y mafia que Italia tenía con Estados Unidos se vinieron aquí y le dieron el mando que tenía Thomas pero en California, así que él decidió seguir los pasos de su padre, pero quiso empezar por sus méritos así que por eso vino a Chicago desde que tenía aproximadamente mi edad

-Creo que esa maleta la alisto yo sola - le dije al tomar la maleta donde se encontraba mi ropa interior
-No me digas que antes de venir compraste cosas en un sex shop -dijo - yo sé que eso no es indebido, también sé que las mujeres necesitan de... - le tape la boca con mis manos
- Cállate  - le dije - no es nada de eso es solo que no tengo por qué mostrarte mi ropa interior - sentí un mordisco en mi mano - IUGGG
-Nunca más hagas eso - dijo mientras yo limpiaba mi mano con su camisa, que estaba perfectamente lisa y con una corbata un poco suelta - si no quieres que mis babas se queden en tus manos.
-IUGGGGG - el río demasiado fuerte
-Me encanta como se arruga tu nariz con aquel gesto - dijo, tocando con su dedo mi nariz
-¿No estás agotado? - dije - digo, pues acabas de llegar del trabajo, toda esta semana te a tocado hacer esto de mi llegada a Chicago y demás a parte que te levantas jodidamente temprano
-No, no lo estoy - dijo, poniendo un mechón de mi cabello detrás de mi oreja - Thomas me dijo que quería que lo ayudara con esto y yo lo quería hacer para que te sintieras cómoda
-¿siempre haces eso con todo el que te pide ayuda?
-Depende - dijo, acercándose un poco a mí - de quién sea, tal vez no lo haga si es una persona que tenga esos perfectos ojos que hacen que saque lo mejor de mí y haga aquellos favores - pensé cuales eran las intenciones de él en ese momento, pensé que me iba a besar pero solo hizo que nuestras frentes se unieran - Tengo que irme, Tara, te dejaré un mapa y un folleto a los lugares que tiene que ir todo turista que viene, si me desocupo el trabajo lo más rápido que pueda te llamaré y seré tu guía - se alejó un poco, beso mi frente - nos vemos, Tara
-¿quieres que te acompañe hasta la puerta? - sabía que era un poco arriesgada aquella pregunta
-Nunca desprecio una buena compañía - extendió su mano para ayudarme a pararme del suelo, y tomo mi mano hasta que llegamos a la puerta - que tengas lindos sueños, Tara.
-Descansa, Thiago - fue lo último que le dije y cerré la puerta.

Estaba supremamente agotada así que me arregle para dormir y mire el dije que me había regalado Thiago era la Willis Towers de Chicago una de las torres más altas de todo Chicago pero por obvias razones de un tamaño demasiado pequeño para que se acomodara en mi muñeca, no sé en qué momento ni el porque me quede dormida me quede en un profundo sueño el cual me llevaba a lo más recóndito de mi mente.