•Alexander x Angélica•

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|La alternativa sí Angélica hubiese sido más egoísta con su amor.|

Angélica tenía un bonito vestido de color acaramelado, con detalles blancos, un peinado natural con rizos, y algo de maquillaje de su hermana Margarita, o "Peggy".
Estaba preciosa, al igual que su hermana, Elizabeth Schuyler, una linda pelinegra que era tan dulce como para derretir un corazón duro.
Angélica tenía carácter y el ingenio, Eliza la dulzura y la sonrisa.
Pero ambas estaban enamoradas del mismo hombre.
Un joven Caribeño que se hacía nombrar Alexander Hamilton.
Angélica sonrió embobada, era el hombre de sus sueños.
Eliza estaba en el mismo estado, tratando de acercarse a él en pleno baile.
Eliza se acercó a su hermana mayor, quería decirle lo mucho que le gustaba el hombre, ¡Es que sus ojos eran preciosos!, llenos de vida y preparados para mucho más.
-Ese chico es mío.- Le susurró con felicidad y una risita a Angélica, ella sonrió incómoda, de hecho, casi desilucionada, debería dejar su amor por Alexander y ser una dama correcta.
Apartarse.
Hacerse a un lado, por Eliza.
No.
Decidió que no.
Tomó el rostro de su hermana y lo acarició con ternura, ella todavía sonrojada solo podía estar más feliz.
-Eliza, tengo que confesarte que yo lo amo a él.- Soltó de repente. Eliza le miró con sorpresa, después, con algo de tristeza y arrepentimiento.
Ella era demasiado leal a su hermana como para hacerla infeliz.
Eliza sonrió forzadamente.
-Entonces es tuyo, hermana, suerte.- Abrazó a Angélica, llena de un sentimiento amargo. Besó su mejilla y se apartó del camino.
Ella era demasiado amable para quitarle su amor.
Angélica regresó con Alexander, él cual, feliz, la aceptó como acompañante en esa noche. Se prometieron enviar cartas todos los días, e incluso cuando estuvieron paseando por la terraza salón de baile Alexander le prometió que jamás se sentiría tan indefensa.
Ella tomó su mano y, sonrojada, besó su mejilla con un afecto irrompible, algo tan dulce y amoroso.
Alexander besó sus labios.
Se casaron una mañana de Abril, Eliza era la dama de honor junto a Peggy.
Philip Schuyler organizó el matrimonio de Elizabeth con un marqués Inglés y así elevando su estatus social.
Angélica era tan feliz, su vestido de boda era increíble, Alexander se quedó con la boca abierta al verla.
Había hecho la mejor elección.
Eliza sonreía junto a su hermana, ella debía conformarse con eso, después de todo, la familia era primero.
¿No?
Su hermana haría lo mismo...
Pero no lo hizo...
Eliza se sentía terrible, aunque el marqués la trataba bien y le daba muchos lujos, ella no podía amarlo, trataba, pero no podía.
No podía soportar que el marqués la tocara o le besara.
Eso debía hacerlo Alexander.
Pero Angélica estaba con él.
Y eso era suficiente.
¿Lo era...?

One-Shots de HamiltonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora