•Philip x Thediosa•

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|No sé por qué, pero me gusta.|

Philip era un chico brillante de Kign's College, tenía una sonrisa brillante y un rostro juvenil resplandeciente por la felicidad de sus ojos.
Muchos decían que sacó el talento de escritura de su padre y la amabilidad de su madre.
Estaba orgulloso de eso, de ser un Hamilton.
Su hermana menor, Angélica Hamilton, era su mejor amiga, su confidente. A pesar de la época, y ser tan raro, era muy unidos, algunos bromeaban diciendo que Philip y Angélica eran uno.
Angélica conoce a su hermano mejor que cualquier persona y viceversa.

-Phil, deja de mirarte tanto, ya te dije que estás bien.- Le reprochó su hermana pensando su propio cabello negro, Philip solo hizo una mueca.
-Lo sé, Angie, pero...tengo que salir impecable.- Explicó.-¡Soy un Hamilton!
Angélica soltó una risita y besó la mejilla de su hermano de manera cariñosa, como cuando eran sólo unos niños.
-Todo lo que hagas estará bien, ¡Nos sorprenderás a todos!- Exclamó tratando de animarlo.
Philip sonrió.
Así sería.

En el montón de gente, escuchando el discurso del 4 de Julio habían dos personas que marcarían la historia del otro. Philip Hamilton se encontraba cerca de unas damas con bonitos vestidos baratos, ellas sonreían sonrojadas ante las propuestas indecentes del primogénito de Hamilton. Después George Eacker pasó al frente.
Y literalmente empezó a echar mierda sobre Hamilton.
Philip estaba boquiabierto, con una sensación de furia y confusión en su interior, ¿Quién era ese maldito para hablar así de su padre, de su amado padre?
Se lo pagaría.
Mientras tanto, una mujer fue abucheada y apartada de la multitud, su nombre era Thediosa Burr.
Estaba hecha una furia.
-¿Cómo se atreven? ¿Saben quién es mi padre?- Preguntó con rabia.
Una de las damas sonrió.
-¿El hombre viudo?- Inquirió.
Thediosa solo hizo lo que cualquier dama de la época haría.
Le dió una bofetada digna de una escena de película y siguió con su camino.
Los carruajes pasaban en las frías calles de New York, una dama solitaria estaba abrazándose a sí misma por el frío, por la soledad y la impotencia.
Siempre le enseñaron que la mujer era la que obedecía, pero su padre nunca la trató como un objeto, como algo que vender a otro hombre.
Su padre la amaba más que a nadie.
-Pedazo de mierda.- Se quejó un pecoso a su lado, algo agitado y con la mirada en ceño fruncido.
Ella lo reconoció.
Debía ser un Hamilton.
El viento sopló demasiado fuerte en la calle, Thediosa se sujetó, pero terminó tomando el hombro del joven para apoyarse mejor.
Philip se dio la vuelta y la miró.
Ambos ojos sabían la verdad, ambos llevaban el peso de un apellido.
-Perdón, yo solo estaba...- Trató de excusarse, pero el mayor de los Hamilton soltó una risa, sacó un paraguas y le miró cálidamente.
-Parece que va a llover, dama, ¿Quiere que le acompañe?- Preguntó.

Ambos trataron de olvidar el mal rato que pasaron, olvidar los problemas y sus deberes políticos y familiares.
Philip se sintió aliviando de su compañía, admiraba a Thediosa, era tan inteligente y sutil, una dama astuta y brillante.
La luz de Aaron Burr.
Ambos llegaron a la casa de Thediosa, ella dio una reverencia, sonrió.
-Thediosa, ¿Dónde...?-Aaron abrió la puerta de su casa al ver llegar a su hija, pero se calló al ver al pecoso al lado de su hija, tomando la mano de su rayo de sol y apunto de besar aquellos suaves nudillos.
Su rayo de sol estaba con un Hamilton.
Se sintió asqueado.
-¡Theo! ¿Cómo se te ocurre ir con un extraño?-La reprendió sin importarle la presencia de Philip, Thediosa se sorprendió. Su padre no era así, siempre escuchaba.
Siempre esperaba antes de actuar.
-Padre, tengo 18 años, puedo cuidarme sola.- Dijo tranquilamente con una sonrisa.
-¡Estabas con...eso!- Dijo mirando de reojo a Philip, el cual se sintió ofendido por el grosero comentario.
-¿Disculpe?- Preguntó.
-Gracias a él no estoy mojada.- Dijo avanzando amenazante a donde su padre. Burr rodó los ojos con molestia.
-Eso cualquiera lo hace. Entra. Y no quiero volverte a ver Hamilton.- Dijo viendo a Philip con mala gana.
Burr cerró la puerta en la cara de suya, pero sonrió.
Que mujer tan bonita había conocido.
Y eso que había estado con varias mujeres, en especial las de clase media-alta.
Pero ninguna había sido tan tenaz, o al menos levantaba la voz a su propio padre.
Thediosa era única.
Sin duda, ¡Sorprendió a todos!

One-Shots de HamiltonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora