Capitulo 1

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 — Padre, ¿Porqué hacemos esto? — Cuestiono el pequeño hijo de superman con apenas seis años de edad. Tan tierno, pequeño, frágil, sin entendimiento de por que entonces eran los amos de la justicia gobernando con un puño de acero.

— Aún eres muy joven, mi querido Jon. Cuando crezcas entenderás. — Declaró el mayor, peinando hacia atrás el alborotado cabello de su amado hijo. Le sonrió con ternura y el niño no tuvo más que hacer que sonreírse con su padre, como muchas veces lo hacía.

— ¿Fue por mamá? — inquirió entonces, haciendo que la sonrisa de sups se fuera por un momento. Tuvo que arrodillarse frente a su pequeño para tomarlo de los hombros, con la mirada centrada. Era su niño, sí, pero necesitaba que entendiera las razones de lo que hizo, hace y hará.

— Una parte es por mamá.. — Dijo, acariciando la mejilla de su hijo. — Y otra parte es para que no vuelvan a hacer daño como ese. Los humanos se dañan a sí mismos. Necesitan una guía, hijo. Orden, algo que le estamos ofreciendo ahora. — Jonathan apretó los labios, aún con duda, porque sí, era pequeño como para entenderlo. Pero entendía la parte del dolor. Abrazó a su padre por el cuello, suspirando como no debería de suspirar un niño. Con añoranza.

— Extraño a mamá. — murmuró tan quedo que solo super pudo escucharlo. Lo estrecho, acunando a su niño en los brazos.

— Yo también, Jon... Yo también. —

...

— Tú, hijo. Serás quien lleve el mando de lo que yo lo he llevado por años. — El dictador avanzaba con orgullo, celebrando ya hacía unos días el décimo quinto cumpleaños de su descendencia. Le sonrió a un Jonathan crecido, con el pecho en alto y una mirada que le recordaba a la de su difunta esposa. Tomo el hombro de Jon para apretarlo, con confianza. Fraternidad. Durante nueve años lo enseño a ser superior, a conocer y desenvolver sus poderes. A vivir y tratar con ellos. A ser un mejor luchador que él. Y un mejor gobernador.

— Ellos necesitan un guía, Jon — El joven asintió. Aunque aún con cierta duda en el corazón. Una que noto el dictador quien sobo su hombro. Seguía siendo joven. — No tengas duda de lo que haces. Es por el bien de la humanidad. De la paz en la tierra.

— Lo sé, padre. Pero ellos no parecen estar de acuerdo con ello, ¿Qué hay de eso? ¿No merecen también ser escuchados? — Oh. Su niño aún con la ausencia de su madre, era tan dedicado como ella. Superman sonrió, dejando salir un asentimiento lento y marcado.

— No todos los humanos merecen ser escuchados. Tienen maldad en su corazón. Pueden destruir lo que sea con total de hacer su palabra la realidad. Matando, destruyendo. Llevándose a seres inocentes que no tenían que dañar para su beneficio. — La mirada que le regaló esa vez fue una que le hizo recordar al joven Jon, la perdida de hace años. Su madre.

Oh, su querida madre.

Mordió sus labios, con pesar. Aspirando para exhalar un aire viejo. Dejando entrar el pensamiento de su padre. Y un recuerdo tan vago de su madre.

— No te decepcionare. — Eso, lleno al dictador con más orgullo del que sentía por su hijo.

...

Tres años más. El décimo octavo cumpleaños de un hijo que se estaba convirtiendo en hombre era el que se celebraba en esa ocasión. Con copas en alto, con amigos y aliados estrechando las manos de ambos superhombres. Quien se hizo llamar alguna vez clark tenía pobres canas esparcidas como escarcha, y su hijo, que era aún a sus ojos un jovencito estaba tomando rasgos de sus dos partes. De Kriptoniano y humano, como siempre... con los poderes y la fortaleza de él, pero ese carisma y testarudez que solo podría venir de Lios Lane. La mirada cálida, a veces reacia, a veces penosa y con una sonrisa siempre adornando su boca.

Quiero que seas mío.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora