Capítulo 29

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Damian.

¿Cuánto tiempo había pasado ahí? Tirado en el pasto con el hijo del tirano de la era moderna. Tanto que sus respiraciones se habían acompasado, y el silencio era tanto que podía escuchar el pequeño latir de Jon. Damian se removió incomodo por el peso haciendo que finalmente tomará Superboy la sensatez de salir de encima, postrándose a un lado.

La mirada gacha, enrojecida solo sacaba a relucir lo conmocionado que estaba.

— Esto es una constante guerra. La muerte es cruel.

Superboy mantuvo los labios apretados sin querer creer lo que sencillamente era verdad ¿Por qué se negaba tanto? Cuando el mismo junto a la mano de Kal-El se alzaba victorioso, poderoso ante los ojos de los habitantes que le sonreían tímidos. Ahora entendía la raíz del por qué.

— La vida lo es más. — Respondió por fin haciendo que Damian rezongaba en una risa sencilla acunando ese rostro llorón en sus manos. Un beso más fue el que compartieron antes de pegar sus frentes ofreciendole a Jon una seguridad extraña ¿Damian lo entendía o es que se estaba reservando la burla? Sus iris bailaron en búsqueda de una respuesta que le estaba llegando tarde.

— Sí, claro que lo es. — Escucho de los labios gruesos acompañados con esas caricias conciliadoras. — Pero si dejamos que nos embargue entonces no podemos disfrutar de lo que tenemos enfrente y del futuro. — Y era que tenía razón ¿Acaso no era él -Damian- quien seguía la metodología de su madre? Aún a costa de su propia seguridad, vida, sangre. Y aún así encontraba en placeres mundanos una felicidad momentánea. Algo, que le alejaba de la realidad que era su nombre y cuerpo; como un cambio de moneda, marioneta, guerrero hecho a medida para reemplazar a quien una vez fue tan formidable en los mil seiscientos o menos.

Compartieron un silencio que no fue incomodo; contemplándose, viendo al fin cuan diferentes eran entre ellos. El cómo unos ojos como el cielo eran opacados en un abismo que sólo imponía miedo, poder y mandato absoluto por sobre criaturas endebles, tan pequeñas que no tenían opción de oposición. El cómo los ojos de un proclamado príncipe en donde la arena se extiende hasta el confín del mundo, mantenía una apariencia tanto sublime como peligrosa cual cobra imperial o tigre que se postraba tranquilo, pero con suficiente recelo para advertir que era un animal salvaje; un depredador indomable. Claro que ambos eran hijos de un legado que buscaban ser dictadores. Uno, ya lo era, él otro, buscaba su lugar que por derecho correspondía y sin embargo el punto de comparación no existía. No cuando una fuerza era sobrehumana y la otra, aprovechaba el recurso que le proveía la tierra sin destrozarla.

Los cuerpos estaban tensos, las miradas se comían entre ellas. Damian desvaneció la postura en intención a dejar pequeñas marcas húmedas por esa piel blanca y aunque Jon en principio no lo recibió singularmente permisivo el cálido tacto que resultaba cada beso dejado en el pequeño espacio que le dejaba tentar el uniforme de Superboy era suficiente para arrancarle un suspiro, poniendo las manos sobre los hombros de Damian quien finalmente reparo por el inicial rechazo.

— Damian, yo...

Damian posó un solo dedo sobre la boca de Jon para callarlo.

— Te quiero, Jon.

Jon enmudeció.

¿Qué acababa de escuchar?

Tres palabras que aunque eran fáciles de escuchar no le alcanzaba la cabeza a Jon para comprender. Incrédulo e inseguro sus labios se apretaron, ¿En qué momento? Aunque luego de todo ese año, ¿Se lo había reservado o era la circunstancia? Damian podía palpar ese recelo en la mirada y el silencio de Jon y aunque pudiese nuevamente besarlo prefirió no hacerlo, ¿Le estaba creyendo?

Quiero que seas mío.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora