Capitulo 3

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Unos pasos resonaron por el piso de concreto. No eran pasos viejos. Damian pudo calcular que la persona que al menos tendría algunos veinte años; eran pasos ansiosos. Tal vez incluso pudo pensar que eran los de un chiquillo. Levanto la cabeza que mantuvo colgada durante el pobre sueño que tuvo, tronando los huesos de su espalda. Dolio un poco, pero ciertamente el estar confinado era más doloroso para su orgullo. Suspiro a través del bozal que también funcionaba como respiradero. Era inteligente que se lo pusieran; porque conocía la voz de varios de ahí, por no decir básicamente la de todos. Y podría imitarlas muy bien.

Los pasos ansiosos de detuvieron, cosa que le alerto de una presencia justo al frente de su celda en concreto y vidrio. Analizo al joven enfrente suyo y no tuvo que hacer deducciones para saber que era el hijo de quien lo había traído. La vestimenta igual a la del padre lo decía todo solo que el muchacho se miraba muy tierno para ser el hijo de tal dictador, aunque cuando cruzaron miradas y el chico no duró más de un minuto analizando su rostro, aún tapado con el bozal de la nariz para abajo supo que eso le había disgustado.

— ¿Por qué tiene eso en la cara? — la mueca acompañó a su disgusto, hablando al aire, aunque luego supo que hablaba a un comunicador, al que después de unos segundos de meditarlo ordeno — Quitaselo — . Y parece que le renegaron por que el medio kryptoniano hizo una mueca. — He dicho que se lo quites. —

Entonces el bozal hizo un pequeño click y cayó al suelo.

Lo primero que hizo Damian fue tomar una gran respiración, lamiendo sus labios. girando el rostro para ver sus amarres.

— Ni siquiera lo pienses. Te electrocutare si mueves aunque sea un músculo más. — esa voz no era la del chico, era la de un hombre endurecido que hablaba a través de una bocina y observaba en un monitor. Jonathan observaba en silencio.

— ¿Y qué es esto? ¿Mandaron a un niño a interrogarme? — ¿Un niño decía? Jon frunció un poco el ceño para darse el impulso de hablar.

— Soy superboy. Y yo he hecho que te traigan aquí. — Oh. Damian entonces le prestó atención. Revisándolo un poco. Demasiado alto, un poco delgado para lo que se suponía que era; aún en desarrollo. Dejo la mirada en los ojos azules como el agua. Ladeo su cabeza con desinterés.

— ¿Tú? Deja de jugar a hacer el trabajo de papi y tráemelo a él. Con él quiero hablar, no con su chiquillo. — Rodo los ojos, dejándolos en otro punto de la habitación.

— No soy un niño. — expuso Kent. Su padre tenía razón en un punto: no era nada amable.Y no merecía que lo trataran amable. — Escúchame, Damian. — ¿Damian? El aludido volvió a posar la mirada en el otro. — Sigues vivo porque yo quiero. Estás aquí porque lo he deseado y te han quitado el bozal porque lo he pedido. — estrecho la mirada, tratando de que su pequeña adoración por esos ojos esmeralda no se observará y que sus ojos no recorrieran más de esa piel dorada. — Así que vas a hablar conmigo y responderás lo que te pregunte. —

Así que el chiquillo tenía carácter.

Damian rezongo por rezongar, negando un poco con la cabeza. — Así que... ¿Tú hiciste que me capturara? — Jonathan asintió. Se conservó un silencio antes de que el heredero Al'Ghul volviera a hablar. — Te daré un poco de crédito por eso. — Un estirar de labios fue una sonrisa diminuta. Jonathan al fin pudo apreciar los labios del demonio que se ampliaron un poco más; trago saliva, dándose entonces el pequeño tiempo de admirar al fin de frente, a través de un grueso vidrio pero que importaba. Esos ojos lo estaban viendo, concentrados en él, cautelosos. El hijo con medio legado de krypton trago seco, por que se perdió un poco. Un poco en recorrerlo también el cuerpo, hasta que con vergüenza aparto la mirada y se concentro en otra cosa. La mejor pared interesante de la habitación. — ¿Por qué atacaste? — la pregunta fue seca, como se esperaba que fuera.

Quiero que seas mío.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora