Durante el desayuno no hubo demasiada conversación. Hablaron por encima sobre lo que harían durante el día. Después de almorzar irían a ver la ciudad.
- Alejandra, querida - doña Mercedes puso un tono falso y forzado -. Se me había olvidado comentarte una cosa.
- ¿ El qué, señora ? - sentía inquietud por saber que era.
- Nada, es una tontería. Tan sólo que después tendrás que subir a ponerte tu nuevo uniforme.
Alejandra miró a don Amador. Él tampoco entendía nada.
- Sí, sí, querida. Cuando acabemos de almorzar nos pasamos por mi habitación y te lo doy, ¿ vale ? - en su rostro esbozaba una sonrisa maliciosa.
- Como usted diga, señora.
Al terminar de desayunar subieron al dormitorio de la señora.
Mercedes le tendió una falda negra y larga, muy por debajo de la rodilla, y una blusa blanca, ambas prendas viejas y un tanto anticuadas.
- Tendrás que llevarlo toda la semana - ordenó la señora -. Los sábados por la tarde y los domingos podrás ponerte tu ropa. Además no debes ponerte ninguna joya o adorno, y en caso de llevar chaqueta o abrigo deberán ser oscuros. ¿ Has entendido bien ?
Alejandra asintió triste.
- Bien - siguió Mercedes -. Pues cámbiate rápido y baja. Te esperamos en la entrada.
Doña Mercedes salió y cerró la puerta de un portazo. Alejandra se sentía completamente sometida.
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RECUERDOS ENFRASCADOS: Hacia una nueva vida
Fiction HistoriqueCon tan sólo quince años, Alejandra se ve obligada a abandonar a su humilde familia y dejar lejos su hogar para trabajar como criada de una familia regida por las apariencias, formada por un afable funcionario, dos niños cariñosos y una soberbia señ...