- CAPÍTULO XII - El uniforme

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Durante el desayuno no hubo demasiada conversación. Hablaron por encima sobre lo que harían durante el día. Después de almorzar irían a ver la ciudad.

- Alejandra, querida - doña Mercedes puso un tono falso y forzado -. Se me había olvidado comentarte una cosa.

- ¿ El qué, señora ? - sentía inquietud por saber que era.

- Nada, es una tontería. Tan sólo que después tendrás que subir a ponerte tu nuevo uniforme.

Alejandra miró a don Amador. Él tampoco entendía nada.

- Sí, sí, querida. Cuando acabemos de almorzar nos pasamos por mi habitación y te lo doy, ¿ vale ? - en su rostro esbozaba una sonrisa maliciosa.

- Como usted diga, señora.

Al terminar de desayunar subieron al dormitorio de la señora.

Mercedes le tendió una falda negra y larga, muy por debajo de la rodilla, y una blusa blanca, ambas prendas viejas y un tanto anticuadas.

- Tendrás que llevarlo toda la semana - ordenó la señora -. Los sábados por la tarde y los domingos podrás ponerte tu ropa. Además no debes ponerte ninguna joya o adorno, y en caso de llevar chaqueta o abrigo deberán ser oscuros. ¿ Has entendido bien ?

Alejandra asintió triste.

- Bien - siguió Mercedes -. Pues cámbiate rápido y baja. Te esperamos en la entrada.

Doña Mercedes salió y cerró la puerta de un portazo. Alejandra se sentía completamente sometida.

RECUERDOS ENFRASCADOS: Hacia una nueva vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora