Fernando tomó asiento presidiendo la mesa, y frente a él, don Amador. Mercedes y Elisa se sentaron juntas, y Alejandra se situó entre los niños.
Los dos hermanos mantenían una conversación distendida, y sus esposas conversaban entre ellas. Todo marchaba bien hasta el momento, pero había temas que era mejor que ambos no compartiesen.
- Hace un par de días - dijo Elisa - estuvimos en el palacio de la Magdalena, en una fiesta que ofrecían los reyes antes de regresar a Madrid.
- Qué suerte - a Mercedes la corroía la envidia.
- Suena bastante bien - dijo Amador.
Fernando quiso participar.
- Sí. Y unos días antes nos reunimos el gobernador y los consejeros con Alfonso XIII para tratar el tema de la Guerra del Rif, en el norte de África.
- Te pido por favor - dijo Amador exaltado - que no me menciones esa puñetera guerra.
- La guerra es necesaria - la voz de Fernando se tornó seria y firme.
- ¡ La guerra es una porquería ! - Amador se levantó y dio un puñetazo en la mesa, tirando su copa de vino y provocando el susto de los comensales.
Mercedes le tomó de la mano.
- Cariño - dijo -, cálmate. Alejandra, lleva a los niños a la cama.
- Si señora - se levantó despacio y agarró a Calé y a Ricardo -. Buenas noches.
Alejandra subió al piso superior a acostar a los niños. Mientras, en el comedor, Amador y Fernando discutían acaloradamente.
Fernando y Amador se querían a rabiar. Pero si algo les diferenciaba más que nada era su ideología política. Mientras que el primero era absolutamente conservador, el segundo mostraba un talante más liberal, lo cual provocaba muchas trifulcas entre ambos.
- Tú siempre con tus ideas tan liberales, tan ridículas - atacó Fernando a su hermano.
- ¿ Ridículo ? Tú sabes mejor que yo lo que significa eso - inquirió Amador.
- ¿ Qué quieres decir ?
- Oh, vamos. Siempre dando la razón al gobernador, participando en reuniones y asambleas con el rey, donde en lugar que aconsejar lo único que haces es asentir a todo lo que dicta el Gobierno. Eres su perrito faldero.
Elisa quiso intervenir antes de que aquello fuese a peor.
- ¡ Basta ! Será mejor que nos vayamos todos a la cama. Mañana, después de haber descansado, podremos hablar tranquilamente.
- Llevas razón - dijo Fernando.
De ese modo, subieron todos a acostarse y en el caserón se hizo el silencio.
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RECUERDOS ENFRASCADOS: Hacia una nueva vida
Ficción históricaCon tan sólo quince años, Alejandra se ve obligada a abandonar a su humilde familia y dejar lejos su hogar para trabajar como criada de una familia regida por las apariencias, formada por un afable funcionario, dos niños cariñosos y una soberbia señ...