Libro 8

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WABI-SABI

«Encontrar belleza en las imperfecciones, una aceptación del ciclo de la vida y de la muerte».


«Escribir estos libros me ha ayudado a entender que mi vida está repleta de momentos destruidos y estos son acompañados por millones de curiosos pensamientos que han creado todo un hogar en mi cabeza. Al mismo tiempo comprendí que de no haberlos escrito quizás nunca hubiera dicho lo que pienso por temor a que me crean un demente.

Una vez me pregunté qué habría pasado si no me hubiera mudado y no hubiera conocido a las personas que mencioné anteriormente. ¿Todo sería un poco diferente? O, aunque pudiera volver al pasado y hacer que mis padres eligieran otro instituto, ¿Mi destino sería siempre el mismo?, ¿éste encontraría caminos donde no los hubiera?

Te dije que faltaban muchas cosas por contar.

Sueños

Escribo anónimamente porque me divierte hacerme pasar por un exportador, así logro mezclarme entre mis lectores y puedo escuchar sus sinceras opiniones sobre mi escritura. Siempre escucho a la gente decir que mis poemas no son poemas. Dicen que son extensos párrafos que extrañamente riman, que no son poesía. Pero para mí sí lo son. Son poemas en prosa que simbolizan más de lo que deberían. La razón de hacerlos así es que puedo expresarme más y de mejor manera. Los poemas en verso me aterran; nunca logran capturar las cosas que quiero decir, además, son cliché.

Estrés

El estrés es la manera que encuentra nuestro cerebro para decirnos que debemos dejar de pensar tanto. Recuerdo perfectamente la primera vez que me sucedió.

Estaba iniciando el tercer año de secundaria y realizaba un trabajo grupal en la clase de contabilidad. En ese momento mis compañeros me convirtieron en el líder del grupo; si yo decía algo ellos lo hacían, sino tendría que hacerlo todo yo solo. Nunca he sido buen líder y eso influyó.

Cuando quedaba poco tiempo y miles de cosas por terminar, el fuerte deseo de tener una buena calificación comenzó a agobiarme. Además, mis compañeros decidieron dejar de hacer las cosas rápido y me dejaron todo el trabajo a mí. Terminé sumamente agotado y con una extraña sensación en mi pecho.

Bajé al patio principal y me senté solo en uno de los bancos, con la respiración un poco acelerada y mirando a la nada. Si alguien en ese momento me hubiera preguntado que me pasaba, yo no hubiera podido encontrar una palabra que me describiera. ¿Estaba molesto, cansado o ansioso?

El problema fue más grave cuando ese sentimiento se hizo más frecuente. No recuerdo cuantas veces más sucedió, pero sí sé que cuando mi estrés se mezcló con melancolía fue todo un desastre. Tanto que preocupé a mis padres y los llevé a tomar la decisión de buscar un psicólogo. Esas personas que probablemente ya estén cansadas de escuchar a todo el mundo quejarse.

Tras tres citas, muy costosas, mi psicólogo no logró ir más allá de las típicas preguntas de inicio, aquellas que en su profesión son la clave para lograr que una persona parlotee sobre sus problemas de forma natural y no forzada. Y cuando pensé que él les diría a mis padres que yo era un caso perdido, éste optó por otro método: darme ideas para distraerme.

Me aconsejó que pintara, que comprara cuadernos para colorear, que realizara crucigramas, que escribiera...

Algo más sobre mí. Mis inicios en la escritura.

Vacío existencial

¿Se puede ser mejor amigo de alguien que no sepa mucho sobre ti?

Esto no es algo nuevo sobre mí, ya lo habías leído, pero quiero narrarlo desde una perspectiva aún más personal.

En tercer año, las primeras semanas para ser preciso, mi mejor amigo llegó con una actitud completamente nueva. Igual que yo. Cambiamos al mismo tiempo y eso fue el primer paso camino a sepultar nuestra amistad.

Y el definitivo fue con un golpe. Todavía recuerdo cuando comenzó a discutir conmigo sin razón. Estábamos en el medio del pasillo y él gritaba muy fuerte, como para que los demás escucharan. Me insultaba y me culpaba de cosas que yo no comprendía. Luego me dio un golpe en el rostro, tan fuerte que logró derribarme. Recuerdo ver las caras de todas las personas a mí alrededor burlándose de mí.


—No puedes ocultar lo que te sucede simplemente huyendo de la situación.

¿Recuerdas esas palabras? Mi madre me ayudó mucho con su consejo».

Te regalo un libro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora