Libro 1. Max

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«Me llamo Max Carter, tengo 16 años y escribo esto porque me dijeron que todo sale mejor cuando lo escribimos.
Creo que soy una persona muy calmada y amable cuando estoy de buen humor. Tengo cuatro mejores amigos. Tenía muchos amigos en primaria y cuando entré en la secundaria me fue mejor.
Me acuerdo de que el primer día de clases me pareció aburrido, pero al pasar las semanas las clases fueron mejores, sobre todo literatura. Era el mejor promedio de mi curso, me seguía Alicia y luego Ian. A ellos les tenía cierto desagrado por su arrogancia.
Mi sentido del humor atraía rápidamente a las personas y no me quejaba de eso, lo tenía todo pero ya no.
Me hice amigo primero de Ian, luego de Alicia y por último de Marko. Siempre hemos estado muy unidos, pero no los últimos meses.
Tengo un muy buen sentido musical, escucho música con letras potentes, que inspiren. Cualquier tipo de libro es capaz de atraparme, cuando siento que uno no me gusta trato de detallarlo desde otro ángulo, ese es el punto, comprender lo que lees. Por eso no me resulta tedioso ningún libro clásico que me asignen para leer.
Es extraño hablar de mí como si fuera a entregar esto a alguien más, no entiendo como otras personas pueden sentirse tan bien al escribir así.
Pensé que podía escribir bien, pero me ocurre lo mismo que cuando me expreso verbalmente: todas mis ideas quieren salir, pero cuando lo hacen no siguen un orden, sólo se amontonan.
También es extraño que esté describiendo mi personalidad como si la tuviera ahora. En este momento no soy ni la cuarta parte de lo que dije. Ahora no escucho música, no leo, no soy aplicado en clases, y sobretodo ya no considero a mis amigos como mis mejores amigos.
Creo que todo fue mi culpa.

Mi familia era perfecta hasta la muerte de mi padre.
Recuerdo ese día perfectamente, siempre pienso en eso. Sucedió el agosto pasado, comenzando el tercer año de secundaria. Estaba en la clase de biología cuando la directora entró al salón, me llamo por mi apellido. Me asusté un poco, pero nunca me imaginé que se trataría de algún problema con mi padre.
Tuve que ir al hospital donde trabaja mi mamá y la encontré completamente destrozada, él había muerto hace poco. Ni siquiera tuve tiempo de despedirme.
Cuando me explicaron lo que había pasado, me enfurecí tanto que en todo el funeral no quise que nadie se me acercara. Aparté a mis amigos ese día.
Fui otra persona entonces.
Estaba destrozado y ver la buena vida de cualquier persona a mí alrededor empeoró todo.
Durante un largo tiempo no salí de mi habitación. Mamá siempre tocaba a mi puerta para que comiera, pero yo no le abría, sólo esperaba que ella se fuera y me dejara la comida en el suelo.
Me convertí en una pésima persona. Perdí todo lo que era. Le presenté a un nuevo yo a mis amigos, pero ellos no me abandonaron, siguieron allí conmigo.
Pensándolo bien, yo nunca se los agradecí.
Ahora sí creo que escribir sobre tu vida te ayuda a darte cuenta de todas las cosas en las que fallaste.


En primer año y segundo año de la secundaria mis notas eran buenas, pero luego decayeron tanto que me costó mucho avanzar al siguiente año.
Tras la muerte de mi papá, mi mamá consiguió volver a la normalidad y eso me molestó un poco, no entendía cómo podía fingir que nada estaba pasando.
Mi envidia hacia los que tenían todo lo que yo había perdido se unió con la molestia que sentí por lo que hizo mamá y entonces fallé en todo.
Recuerdo que a mitad del tercer año comencé a notar en Ian cierto descaro, me parecía que quería arrojarme toda su perfecta vida en la cara. Eso me molestaba y ya no soportaba hablar con él. Alicia era un poco más comprensiva, pero odiaba que presumiera las cosas que había logrado, como ser el mejor promedio de clases, cuando yo lo era. En ese momento al único que consideré mi amigo fue a Marko, él estaba tan ocupado en todo su mundo que no tenía tiempo de mostrar a los demás las cosas que tenía o hacía, por ello confié en él cuando creí tener todas las soluciones para acabar con mis problemas.
Se me ocurrió que si yo no podía tener lo que los otros tenían, ellos no eran merecedores de eso. Así que me convencí de que debía arruinarle la vida a alguien para sentirme bien con la mía.
La primera persona en la que pensé fue en Ian, mi mejor amigo, aunque en ese tiempo ya no lo era porque yo estaba cegado por el dolor. Él tenía una familia cariñosa, era de muy buen estatus social, leía, tenía buen sentido del humor, comprendía muy bien las clases de literatura al igual que yo y nunca había sentido ningún tipo de desilusión. Era poseedor de todo lo que había desaparecido en mi vida.
Llegué a la escuela y supe que debía hacerle pensar que su vida no era tan perfecta como él creía.
Me acerqué a Marko y le pedí que me ayudara a encontrar la manera de enviarle mensajes a Ian sin que él se enterara que era yo el que lo molestaba. Para mi sorpresa, Marko se negó completamente. Me dijo loco y en ese momento tuve miedo de que contara todo lo que le dije, de que arruinara mi plan. En ese momento fue como si mi lado desalmado hubiera aparecido, lo agarré por su camisa y le hice prometer que no diría nada. Si lo hacía le echaría la culpa de todo. Ian me consideraba su mejor amigo y Marko sólo era un compañero de clases, era de suponer que me creería a mí fácilmente. Pero si Ian no lo hacía, procuré amenazarlo con algo más: hacerle la vida imposible. Marko sabía que yo era mucho más fuerte que él y podía ingeniarme maneras de acabarlo.
Los días pasaron y aún no había comenzado mi plan. Las cosas entre Marko y yo fueron como si nunca hubiera ocurrido nada. Seguí hablando bien con mis cuatro amigos.
Cuando estuve convencido de que no había muros en la costa, inicié todo. Creé una cuenta en muchas redes sociales y agregué a Ian, yo había visto muchos programas donde hacían lo mismo y pensé que insultar virtualmente sería un buen inicio. Le envié varios mensajes, pero él parecía no prestarles atención, pero aunque nunca respondía, sabía que él los había visto y se sentía bien. Era como si un peso se me hubiera quitado de encima.
Mi siguiente paso fue imprimir una gran cantidad de hojas donde habían cosas que yo sabía que le dolerían. Lo conocía muy bien y sabía cuál era su punto débil, usaría eso en su contra. Tenía buen material para molestarlo por varias meses. Recuerdo los momentos en que metía los mensajes, firmados por personas de otros cursos, en su casillero y le pedía a la chica del departamento de estudio que le entregara mis hojas cuando él pidiera su horario escolar, ella sentía algo por mí y sabía que nunca diría nada.
Ian todavía me hablaba y yo tenía un peso menos encima, mis problemas se borraban. No sé cómo explicarlo, sólo sé que estuve mucho mejor cuando él dejó de hablar de su buena familia y siempre se quedaba observando a las personas que yo había usado para firmar las cartas, sin confrontarlas.
La molestia que le tenía a mi mamá iba desapareciendo. Quería hacer que él dejara de alardear sobre su vida y funcionó. Luego pensé hacer lo mismo con Alicia, pero nunca hice nada.
Aunque me sentía con un peso menos encima cuando Ian actuaba molesto, cuando llegaba a mi casa todo era igual, esa tristeza. Por eso nunca podía parar, hacer sufrir a Ian se convirtió en costumbre.
Hubo un día en que Ian casi ni hablaba cuando comíamos y se notaba cansado, pero ese día fue diferente, yo no sentí nada, sólo lastima por algo que yo mismo hice. No sabía las consecuencias de mis actos, pero si sabía que nunca tendría el valor de contarle lo que había hecho, nunca tendría el valor de pedirle perdón.
Él es una excelente e ingenua persona y si se entera que yo, su mejor amigo, lo llegué a odiar a muerte, se sentirá mucho peor que cuando recibía los mensajes.
Por una semana dejé de molestarlo y él recobró su alegría. Pero no pasó mucho hasta que yo comencé a sentir celos de nuevo y volví a mi vieja costumbre. Pero esa vez fue diferente, él seguía feliz a pesar de todo lo que yo hiciera. Pensé que había perdido mi talento y me sentía decepcionado.
Traté de cambiar y dejé de molestarlo de manera definitiva, sin embargo me seguía sintiendo igual de mal. Entonces un día recibí una caja con libros y cambió todo.
Fue extraño porque era de noche y estaba solo en la casa. En la caja había varios libros, muy bien hechos y escritos a mano con una letra muy elegante. Me gustaron de inmediato. Luego una nota me indicó que los leyera y lo hice, pero con miedo de que alguien quisiera matarme. Leí los siete libros en una noche y me gustó esa historia. Cada libro me enseñó palabras nuevas y me agradaba que el autor pudiera hacer frases que me hicieran sentir cómodo. Hasta quise escribir igual que él, aunque no creo que lo esté logrando.
Me sentí identificado y aprendí muchas cosas, me hiso entender que no debo confiarme en lo que una persona muestra a los demás, siempre hay cosas que van mucho más lejos de lo que se ve. Llegué a considerarlo como uno de mis libros favoritos.
Mientras más avanzaba en la lectura encontré las primeras sospechas de que el personaje de esa historia podía estar cerca de mí o pretendía algo, pero no quise hacerme ideas. Al mismo tiempo me sentí muy tonto cuando noté que mi colegió se parecía mucho al de esos libros. Supe que esa persona estudiaba allí y no pude dejar de pensar sobre quien sería de entre tantos alumnos, en tantos cursos y en tantas secciones.
Esa misma mañana me había llegado otra caja, en la que había menos libros. El primer libro y el segundo de la nueva caja me resultaron un poco extraños y aburridos porque eran poéticos y la poesía me aburre. Pero los últimos fueron más reveladores. Descubrí que alguien siempre supo todo lo que estaba haciendo. Me espiaba y quiso hacerme cambiar de opinión sobre muchas cosas. Al final lo logró y esa es la razón por la que estoy escribiendo esto.
Me gusta la literatura, pero no oculto que escribir no es lo mío y justo ahora estoy aburrido y quiero dejar de pretender que le escribo a alguien, pues es tan extraño. Pero el personaje de los libros tenía razón, se ve mejor todo cuando está escrito. Es como criticarme a mí mismo. No sabía cómo había estado actuando, pero ahora lo sé gracias a esos libros y lo recordé gracias a lo que escribo.
Pensaba que Marko era el único que sabía acerca de mis planes, pero había alguien más que siempre supo todo. Y no creo que Marko le haya contado a alguien, ya que él siempre tiene una idea de paz y amor, y no quisiera hacerme daño a pesar de que yo pudiera hacérselo a él.
El personaje de esos libros tiene mucha información sobré mí, pero no entiendo cómo logró conseguirla. Aun así sé qué no es una mala persona y no pretende hacer daño, él dejó claro que no quiere ser del tipo de personas iguales a mí.
Justo ahora no pretendo descubrir quién es el autor de todo eso, pues la historia me ayudó bastante. Es como cuando leo una buena frase, casi nunca recuerdo quien la dijo, pero sé que sus palabras ayudan de alguna manera.
Me siento mejor, pienso que podría volver a ser el mismo de antes. En este momento quisiera no haber enviado nunca ese mensaje en la casa de Marko.
Aunque está muy reciente la última vez que volví a mi antiguo pasatiempo de molestar a Ian, y me sentí culpable por ello, y él debe estar sintiéndose mal por volver a recibir un mensaje después de tanto tiempo, ahora lo único que espero es que cuando le cuente a Ian que yo fui quien estuvo detrás de todo ese odio, él no me golpee y logre perdonarme».

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