Aunque Max no había golpeado a alguien jamás, de igual forma pudo sentir la violencia que se narró en el libro. Sintió compasión por el personaje y deseó que nunca le pasara algo similar, pues odiaría sentirse expuesto.
La historia del autor había comenzado de manera indirecta, con varios pensamientos agrupados donde se cuestionaban diferentes puntos de vista, y luego se dio paso a la historia que él conocía.
En la noche anterior sus nervios lo obligaron a crearse ideas a futuro. Pensó en atentados, planes de asesinos, acosadores, bromas... pero ahora le era más difícil especular. Quizás porque sus nervios no lo acompañaban y esa historia se había vuelto amena, ya no podía pensar en ella como si fuera algo malo.
El libro ocho también era un claro ejemplo de que el escritor podía ver cosas donde los demás no veían nada, y había aprovechado ese talento para mostrar su vida a través de diferentes ángulos. Ya no sólo se enfocaba en sus días escolares, también hizo énfasis en situaciones cotidianas y eso le agradó a Max, especialmente cuando se habló de los procesos de cambio de personalidad. Él conocía muy bien ese tema a raíz de la muerte de su padre.
Cuando todo indicaba que los nuevos libros se acabarían en cuestión de minutos, las horas de dormir que no fueron utilizadas la noche anterior se hicieron presentes. Max aún tenía el libro en sus manos cuando sus ojos iniciaron una rutina de cansancio: los abría y cerraba, veía un paisaje oscuro y luego el brillo del foco en la habitación; estaba cerca de dormirse, pero luego entraba en la realidad. Siguió ese patrón por un largo rato hasta que se levantó tambaleándose levemente y con un peso en el cuerpo.
Dejó el libro en la mesita de noche, posteriormente accionó el interruptor y observó como la luz que irradiaba el bombillo desapareció. La habitación se tornó oscura. El foco dejó de provocarle cansancio y de fastidiar a sus ojos.
Fue hasta la ventana para cerrarla y observó aquella perspectiva que fue protagonista la noche en que llegaron los primeros libros.
Corrió las cortinas y la luz natural del débil sol ya no estuvo en la habitación. Cada rincón se tornó agradablemente oscuro. Luego pudo volver a su cama, cansado, pero intentando tomar fuerzas para no dormirse. Y se dijo: «Sólo este y luego dormiré», mientras miraba el libro número nueve que parecía estar hecho para escavar en pequeños y olvidados rincones de la mente de su autor.
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Te regalo un libro.
Gizem / Gerilim¿Se ha dado marcha al plan de un asesino o todo es melodrama? Max solía ser un chico atento y sensato, pero la muerte de su padre lo convirtió en una persona orgullosa y monótona. Abandonó sus pasiones y comenzó a actuar para complacer a los demás. ...