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Los días seguían pasando y el lobo no podía sacar de su mente su primera sonrisa después de conocer aquel chico, admitía que poseía una energía placentera, pero era algo que le restaba importancia

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Los días seguían pasando y el lobo no podía sacar de su mente su primera sonrisa después de conocer aquel chico, admitía que poseía una energía placentera, pero era algo que le restaba importancia.

- ¿A dónde iras? – pregunto Cora saliendo de la cocina un emparedado entre sus manos.

- Caminare un poco – menciono.

- ¿Sucede algo? – este no contesto, solo se puso su chaqueta – Últimamente sales, no es que me moleste, al contrario, me alegra, pero me parece raro que de repente hayas decidido cambiar tu rutina – exclamo.

- Déjalo Cora – respondió Peter bajando de las escaleras – Es bueno que cambie su rutina – hablo.

- Solo estoy saliendo, no significa que haya olvidado – dijo secamente saliendo del loft.

Su paciencia cada vez era escasa, no estaba molesto con ellos, pero si con el mismo, no se permitía ser un poco feliz, sentía que no lo merecía y por ello cuando ese sentimiento comenzaba a llenarlo se ocultaba y alejaba de todos, eso sucedió cuando Cora anuncio que continuaría estudiando, la sonrisa de la castaña era tan enorme como la de su madre y justo cuando comenzaba a sentirse orgulloso de su pequeña hermana la tormenta llegaba a él llevándose consigo sus alegrías.

No pudo estar con ella en su primer día de Instituto, tampoco cuando anuncio estar enamorada de un joven castaño y ojos peculiares, y se lamentaba por ello.

Pero eso no evitaba que quisiera cambiar, dar un paso más y salir de esa oscuridad que lo abrigaba como un manto de protección.

Fue entonces que en medio de su caminata nocturna una figura más baja que el choco con suma fuerza cayendo ambos al suelo.

- ¡Auch! – dijo mientras se sobaba la nuca por acto reflejo tras la caída, observo al pequeño bulto frente a él y vio los hilos castaños revueltos.

- Lo siento no vi por donde caminaba – expreso aquel chico mientras ponía ambas manos sobre el asfalto para poder ver a la persona y ponerse de pie, pero tan grande fue su sorpresa que al vislumbrar de quien se trataba su brazo derecho flaqueo haciendo que callera de nuevo contra el pecho del otro.

- No me sorprende – dijo el lobo desviando la mirada, quien menos quería ver en aquella ocasión resultaba ser el que se encontraba sobre su cuerpo.

- Hola a ti también – dijo poniéndose de pie y sacudiendo su ropa.

- Porque no te fijas por donde caminas, al menos así evitarías chocar con alguien – menciono el lobo una vez de pie.

- ¡¿De verdad?!, ¡qué gran consejo, procurare no tenerlo en mente cuando mi vida no corra peligro! – exclamo viéndolo.

- ¿Peligro? – de pronto la curiosidad lo invadió, ¿En qué clase de peligro pudiera estar aquel humano?, aunque viéndolo seguramente se había metido en problemas.

I will not hurt youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora