4.

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NamJoon salió corriendo de su casa, su ropa estaba desalineada, tenía un mechón de pelo parado, y un pan colgaba en su boca.

¡Su despertador no había sonado!

Llegó cuando quedaba un minuto, YoonGi soltó una carcajada al ver a NamJoon hecho un desastre.

—Te vez como yo después de una buena noche de sexo, pero menos glamoroso— NamJoon le miró mal. —No te enojes conmigo— levantó los brazos en son de paz— ¿Te quedaste dormido? O — comenzó a mover sus cejas sugerentemente— ¿Acaso tuviste una visita nocturna de Jeon?

El rostro de NamJoon se pintó de rojo, y golpeó bruscamente a YoonGi.

—Eres una perra salvaje— le mostró la lengua y giró su rostro indignado.

—Tu eres la perra— le dijo.

—No te lo voy a negar. — le guiñó un ojo. —Tenemos que arreglar tu lamentable aspecto.

Cuando el primer receso inició, YoonGi llevó a rastras a Nam al baño, y junto a su cosmetiquera de kumamon lo atacó como Tim Gunn el gurú del estilo.

—Ahora que estás precioso como siempre, podemos ir a ver a mi hombre. — YoonGi le tomó de la mano antes de que el moreno pudiese escapar.

Atravesaron el campus hasta las canchas de futbol, donde el objetivo de YoonGi se encontraba sentado bajo un árbol, y justo a su lado estaba su molesto vecino.

—Hobii— su amigo salió corriendo en dirección a los chicos, HoSeok se levantó y recibió en sus brazos al pequeño chico.

Ambos comenzaron a mimarse en una burbuja rosa llena de brillitos.

—Creo que estamos de sobra— Jeongguk se paró a su lado. — ¿Y si nos alejamos un poco?

A pesar de no querer hacerlo Nam estaba consciente de que en efecto estaban siendo un mal tercio, comenzaron a caminar hasta que la voz más chillona que Nam jamás había escuchado, los impactó como las ondas sonoras de ciborg.

— ¡Kookie! — una chica se acercó a toda prisa, se aferró al brazo de Jeon y le restregó sus inexistentes pechos. — ¿Dónde estuviste todo este tiempo?

Nam se alejó de ellos, prefería huir a escuchar un segundo más la fastidiándote voz de la chica.

—JiEun, déjame ir—la chica negó con un puchero—Tus pucheros son igual de feos que tu hermano.

La chica jadeó indignada.

—JiEun, entiende, me gustan los penes, y si no me equivoco tú no tienes.

—Pero Kookie, estoy segura de que una noche conmigo te haría cambiar de opinión.

—Pero no tienes nada bueno.

JiEun dio un pisotón a modo de berrinche y se marchó enojada.

Jeongguk buscó a Nam con la mirada, pero no lo vio. Suspiró, al parecer su vecino había logrado escapar.

(...)

Nam caminaba de regreso a casa, pateaba una botella.

Cuando llegó a casa sus padres se veían muy emocionados.

— ¿Algo bueno paso? — preguntó.

—Tu papi pidió algo por internet y ya llegó.

Su papá señaló una gran caja café.

Corrió a ellos, mi papi cortaba la cinta que cerraba la caja y después la abrió sacando el poliestireno, todos nos asomamos, eran un montón de pijamas tiernas.

—Me emocioné mucho cuando escogí una para ti— admitió papi comenzando a sacar las pijamas.

Le dio kigurumis del Oso Ryan, uno de Stich, uno de osito, uno de huevo y uno de unicornio azul.

—Esta es de familia— señaló la de unicornio azul, metió sus manos a la caja y sacó otras dos más, un unicornio amarillo y otro rosa. —Usémoslas en la noche.

Sonrió y contento tomó sus pijamas.

Subió a su cuarto y comenzó con sus deberes.

— ¡Usa la pijama para cenar! — el gritó de su papá hizo que se diera cuenta de que ya era de noche.

Tomó la pijama de unicornio, se quitó la ropa, se puso un bóxer azul para que combinara, cuando comenzó a poner la pijama se dio cuenta de que extrañamente tenía un agujero en el trasero que se cubría con el pedazo de tela que colgaba en el medio de sus piernas, no sabía cómo se usaba, hasta que analizó el pedazo de tela colgante, al parecer era de botones y facilitaba tu ida al baño, sólo tenía que abrochar el trozo de tela en los botones de rodean el hueco, comenzó a tratar de alcanzarse, pero se le dificultaba.

— ¿Qué hice en mi otra vida para merecer estas hermosas vistas? — Nam pegó un brinco sorprendido, su vecino le sonreía, la cara de Nam se puso tan roja y caliente que creyó que explotaría.

— ¡Pervertido! — se agachó tratando de terminar de abrochar los botones, esta vez sin mostrar su trasero por la ventana, cuando lo logró se levantó, aunque el gorro de la pijama se había bajado haciendo que cubriera su rostro. Sólo podían verse un poquito de sus ojos y sus mejillas sonrojadas.

Algo dentro de Jeongguk se removió.

Estaba por decir algo, pero de nuevo el padre de Nam interrumpía el momento, el moreno salió corriendo.

Muy en su interior Jeongguk creía que sería sensual y tierno ver a su vecino montarlo con esa pijama.

Ride MeWhere stories live. Discover now