Capítulo 10

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Ya había apagado su motor cuando abrieron la puerta de su casa.

Cory observó que era una mujer quien no conocía. Desconcertado, salió de su vehículo y se dirigió a ella.

— Buenas tardes señor Matthew. Me llamo Teresa y estoy en lo que me ordene —su cara regordeta hacia resaltar aún mas sus grandes y rosadas mejillas con su sonrisa destellante. 

— No puedo creerlo —Cory hizo una mala cara —.¿Mis padres le están pagando? 

— Así es señor. ¿Gusta que le guarde su mochila escolar? — la señaló, pero Cory solo se la acomodó con un brinquito.

— No gracias y un favor, no quiero que por nada del mundo entre a mi habitación, ni siquiera para limpiarla, de eso me encargo yo ¿está bien?

La señora con baja estatura y peinada con un perfecto chongo, frunció el ceño y asintió. 

— Como usted lo desee.

Cory, irritado, cerró la puerta y caminó hacia el estudio de sus padres. Lo sabia, sabia que sus padres no mantendrían su promesa, después de todo siempre han tenido que depender de alguien más para sus necesidades. Estaba cansado de que siempre fuera lo mismo, no importa que les dijera, siempre acababan con salirse con las suyas aun cuando su desición era las más importante de cualquier cosa.

Su mamá llevaba un vestido gris que hacía resaltar su color de piel claro. Estaba en él teléfono, caminando de un lado a otro.

— No no Adam —decía —te dije que los quiero en New York, no en Inglaterra —guardó silencio por un momento y continuó —Pues toma el próximo avión que ese libro debe quedar en el departamento del solicitante.

Su papá estaba sentado en el escritorio rodeado de muchos papeles y libros con el ordenador en sus narices. Ni siquiera parpadeaba aquél hombre repleto de gel en su cabello, con la luz de el dispositivo reflejada en sus anteojos.

— Padres —llamó. Su mamá puso su dedo índice en sus labios como signo de que tenía que guardar silencio.

Cory se molestó, caminó con grandes pasos hacia su mamá y le arrebató el celular.

— Solo deje el libro donde se le pidió, buen vuelo calvito —le dijo a la persona del otro lado de la línea antes de colgar la llamada.

Su mamá apretó la mandíbula y puso sus manos en la cadera.

— ¡¿Qué te pasa Cory?! Era una persona importante —medito un segundo —y no es ningún calvo —le dio la espalda y tomó unos papeles de su escritorio para examinarlos. 

— ¿Por qué contrataron a otra mujer? Lo prometieron, saben perfectamente de lo que pienso de eso.

Su mamá guardo silencio por un momento y puso su dedo en la sien.

— No podía con todo cielo. Era necesario una ayuda.

— ¿Después de lo que pasó has contratado a alguien mas? Más egoísta no puedes ser mamá —ella apretó los labios en una fina linea —¿es que acaso no te importa nada aparte de ti?

— Escucha Cory —su voz se solidificó con ímpetu —tu no tienes voto en esta decisión, ésta mujer trabajara para nosotros y si no te parece pues ni modo. Vives bajo nuestro techo y nuestras reglas —volvió a poner los papeles frente a ella, poniendo fin a la discusión. 

— Bueno, pues a la próxima no prometas cosas que no puedas lograr cumplir. ¡Ah! y trabajara para ustedes, no para mi —. Cory se volteó enojado y caminó por el perfecto suelo brillante y pulido hacia su habitación.

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