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—Lo quiero listo para el final de la jornada ______, cuanto antes mejor.

—Sí, señora Howlett.

Susan Howlett dirigía Sunshine Graphics, una gran compañía de diseño gráfico y marketing digital, que servía hacia otras compañías a la vez, y en la que hacía unos meses ______ trabajaba.

—Ah, y cuándo termines con todo esto, date una vuelta por mi oficina. Hay algo de lo que quiero hablar contigo.

Le dirigió una última mirada y continuó caminando por el pasillo del área de los ilustradores, a la que ______ pertenecía.

Su tarea era, básicamente, recrear e ilustrar lo que los planificadores─ un grupo de mujeres y hombres que se encargaban de tomar nota y hacer varios planos de las ideas de lo que sus clientes pedían─ le enviaban cada uno o dos días. Eran grandes folios de cincuenta a cien planos que debía entregar a más tardar el próximo día. Miro hacia los costados, la monotonía de sus compañeros de área; todos con los mismos folios negros y regordetes acompañados de las caras de concentración, buscando la mejor manera de adaptar lo que los planificadores enviaban. No entendió como hacía tan poco tiempo esas mismas caras le habían resultado increíblemente interesantes, aunque no se quejaba, amaba su trabajo aún cuando requería estar varias horas sentada en una silla frente a un computador y otros aparatos, sabiendo que debía tener la misma monotonía y que su cara no debía ser muy diferente a la de los demás.

Dejando de divagar se concentró en su trabajo, el primer plano refería a la etiqueta de una línea de jugos naturales, derivada de Coca-Cola, mientras que el segundo plano era la portada de un disco de alguna banda que ella desconocía. Sabía que debía realizar bien su trabajo y seguir los planos al pie de la letra, puesto que sus compañeros ─ unos 15 hombres y mujeres más─ tenían el mismo objetivo pero con diferentes planos realizados por diferentes parejas o tríos de planificadores; siendo las ideas más creativas y mejor realizadas las que se mostraban a los clientes.

Treinta minutos antes de que terminara la jornada, devolvió el último plano a su respectivo lugar y luego de guardar y reorganizar su escritorio, se dirigió a la oficina de su jefa.

Tocó la puerta y luego de unos segundos, se escuchó el Pase. Entró tímidamente, quedando a unos metros del escritorio de su jefa, la cual firmaba papeles o transcribía de un lugar a otro.

—Siéntate, ______.

Tomó asiento frente a ella y tamborileó los dedos contra el escritorio, no pudo evitar que una ola de nerviosismo la recorriera. ¿Sería que, apenas teniendo unas semanas aquí, ya la despidiera? No, no, seguro que no, pensó.

Línea 412 ━ Evan Peters | ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora