¡3 días! Llevaba tres días pegado al teléfono y con los audífonos puestos, abriendo la aplicación de la BBC cada que podía, cada vez que no estaba en clases, incluso hacía las tareas lo más rápido que podía, para poder agarrar el teléfono y ver un capítulo sin que lo interrumpieran, había ampliado la memoria del celular solo para poder descargar los capítulos y verlos sin problemas; habían sido tres días en los que solo dormía lo suficiente, apenas unas 4 o 5 horas diarias y a veces menos, y tan solo porque no soportaba estar con la horrible sensación de expectación "¿Qué sucederá a continuación?" En ese corto tiempo había visto ya dos temporadas e iba a mitad de la tercera, sabía que tenía un problema de adicción, y uno muy grave, pero no podía evitarlo, cada escena lo estremecía, se encontraba ante cosas que nunca habría soñado posibles ni siquiera con la magia, y ver a los muggles barajeando semejantes posibilidades con tanta sencillez como con la que los magos hablaban de mejoras en las escobas de carreras le resultaba increíble, pero sobre todo no podía dejar de verlo porque le recordaba a la primera vez que se había sentido libre, sin prejuicios y sin preocuparse por el que dirán; le recordaba a su primer momento de rebeldía hace algunos años.
Tenía 15 años recién cumplidos y eran inicios del verano, en la mansión Malfoy reinaba tal tensión que podría cortarse con un cuchillo para mantequilla, el retorno del Señor Oscuro los tenía a todos con los nervios a flor de piel. Su padre le exigía más que nunca el poner en alto el apellido Malfoy en cualquier ámbito y se molestaba ante el más mínimo error, su madre saltaba por cualquier ruido, la entrada y salida constante de amigos de su padre, que cada vez tenían peor semblante, no ayudaba a mejorar las cosas, y justo ese día su padre había decidido retarlo por las calificaciones, ¡un segundo lugar no era aceptable para un Malfoy! ¡Mucho menos cuando el primer lugar lo tenía una sangre sucia! Draco simplemente había soportado estoicamente la retahíla de su padre durante una hora sin decir una palabra, al terminar se dirigió a su habitación y sin detenerse a pensar cerró con un hechizo la puerta, salió por la ventana, cruzó el jardín, saltó la verja y anduvo sin rumbo fijo por la orilla del camino que habían trazado en la tierra el constante ir y venir de vehículos.
Después de una hora de caminata Draco dejó de estar ensimismado en sus pensamientos y levantó la vista del suelo, se hallaba en un pueblo pequeño, de grandes calles y poca gente caminando en ellas, a su derecha, en la acera opuesta a la que se encontraba, había una fila de personas esperando por entrar a algún lugar, a su izquierda había una cafetería con poca gente dentro y frente a él, solo un montón de edificios más, de un estilo viejo, pero que claramente eran cuidados con esmero por sus dueños.
Estaba por darse la vuelta para regresar por donde había venido cuando sintió un dedo picoteando su hombro, a su lado había una chica menuda y de desordenado y ondulado cabello negro, algo guapa y muy sonriente, sostenía dos pequeños papeles en la mano y veía a Draco con ojos suplicantes desde antes de empezar a hablar.
— ¡Hola! Soy Athena, y esos de allá- señaló por encima de su hombro a un pequeño grupo de cuatro personas que esperaban al otro lado de la acera— son mis amigos, uno de ellos ha enfermado y no ha podido venir y estamos buscando a alguien que ocupe su boleto, sí, ya sé, soy una atrevida, ni te conozco, pero ¿quisieras ocuparlo tú?
La chica había dicho todo esto de un tirón sin apenas tomar aire; esa manera de hablar y su cabello desordenado le recordaron a una castaña que hasta ese momento no había hecho otra cosa que causarle problemas, sobre todo por estar en su cabeza con cada vez más frecuencia desde el baile de Navidad, además, Draco estaba ligeramente shockeado, nunca antes una completa desconocida se le había acercado con tanta confianza a hablarle. Tal vez fue que todos esos conocimientos se agolparon en su mente en unos 3 segundos, pero lo importante aquí es que su cerebro lo único coherente que fue capaz de contestar fue:
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Conocimiento Muggle
Fanfic"¿Qué hace él aquí?" Era lo único en lo que ella pensaba en el momento en que sus ojos se toparon con los de él, mientras que en la cabeza del chico solo pasaba una cosa: ¡Gracias Merlín! Justo a quien necesitaba.