Capítulo 2

165 32 17
                                    

No sabría explicar cómo me siento. Desde luego no me siento culpable, pero no estoy del todo tranquilo. Lo que me dijo ayer Adam de Liam me dejó sin habla. No tenía ni idea de que fuera gay, la verdad. Ni siquiera lo aparenta. Es más, es mucho más masculino que muchos de los tíos que conozco. Si al menos Adam me hubiera contado algo más… Pero se dio cuenta enseguida (mi expresión debió de ser un poema) de que no sabía nada del tema y se negó a contarme nada más. 
¿Cómo se supone que debo asimilar esa información? Estamos hablando de un crío, que encima es el hermano de mi mejor amigo, enamorado de mí. Y yo pensando que me seguía porque le parecía un tío guay… Ahora mismo no sé qué pensar y creo que soy incapaz de razonar sobre esto en estos momentos.
Lo más curioso es que Liam ha terminado cambiando su actitud conmigo. Después de la charla estuvo más relajado y más abierto. Incluso me dirigió la palabra (cosa que no había hecho desde que llegué) en un par de ocasiones. El que estaba tenso era yo. Es como para volverse loco, pero cuando consigo que me trate con naturalidad, soy yo el que no puede comportarse así con él. 

**

Zayn se había pasado la noche dándole vueltas al tema. Le parecía imposible. Liam enamorado de él. Pero ¿cómo? ¿Y cuándo? Había estado haciendo memoria de las distintas etapas de su relación, o no relación, con el chico y había llegado a la conclusión de que debió suceder en algún momento entre los diez y los doce años de Liam.

A los diez lo seguía como si fuera un semi dios. Era muy raro, pero siempre le estaba rondando. Eso no era nuevo porque llevaba haciéndolo desde que pudo andar solo, persiguiendo a su hermano mayor, pero a los doce le odiaba a muerte. Bueno, no estaba seguro de que le odiara, pero su comportamiento era el opuesto totalmente. Lo evitaba, lo esquivaba y lo miraba mal. Nunca le prestó atención porque la adolescencia cambiaba a los niños a veces, así que todo lo que veía de bueno en él antes podía parecerle detestable en aquellos momentos.

La causa de ese cambio podría haber sido ese enamoramiento del que hablaba Adam. A pesar de no saber con seguridad si eso era cierto o no, se sentía mal consigo mismo. Si Liam había albergado sentimientos hacia él y lo había tratado como a un perro,  era normal que llegara a odiarlo y no quisiera ni verlo.

Lo que le parecía curioso era que aún siguiera teniéndole tirria a pesar de haber pasado años desde aquello. No es que Liam fuera muy adulto, pero estaba seguro de que era un tío inteligente y razonable y guardarle rencor por una cosa así, de la que ni siquiera tenía culpa ni conocimiento, le parecía infantil. Después de hablar con él su actitud cambió, lo que le llevaba a una conclusión clara sobre el tema: que no entendía una mierda.

Decidió dejar de darle vueltas al tema, al menos de momento. No estaba seguro de que debiera seguir indagando por si la fastidiaba, no quería abrir viejas  heridas que perturbaran sus vacaciones, pero tenía que saber más. Principalmente para no meter la pata con Liam.

Se levantó de la cama a regañadientes y caminó descalzo hasta el escritorio. Guardó el diario en el que había estado escribiendo, acostado y casi en penumbras. Fuera se escuchaban los pájaros en los árboles, las hojas movidas por el viento y un sonido que no pudo identificar. Agudizó el oído hasta que lo reconoció. Era algo parecido a… jadeos.

Extrañado, se acercó a la ventana. Separó ligeramente la cortina y miró afuera. Su cuarto daba a la parte trasera de la casa y no podía ver la calle, así que el sonido debía de venir del patio. O del patio de la casa de Adam.
A simple vista no había nada extraño afuera, pero seguía escuchando el sonido. Sacó un poco la cabeza por la ventana y observó los alrededores hasta que encontró la fuente del ruido. 

Liam estaba en el patio de su casa haciendo flexiones. Se apoyaba bocabajo en el suelo sobre las manos y las puntas de los pies, flexionando los brazos, subiendo y bajando una y otra vez. Inspiraba aire ruidosamente y lo expulsaba con más fuerza aún, emitiendo algo parecido a un gruñido cada vez que estiraba los brazos para levantar el peso de su cuerpo.

Diario de un Universitario [Adaptación]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora