Yo, el Demonio.

Capítulo 23: Bullying; ser un Demonio del Frío

Flashback

Hace más de 170 años...

Planeta Tierra...

Narrador omnisciente.

Ya habían trasncurrido tres años desde que Snow llegó al planeta, habiéndose adaptado a la vida de su amigo Gustav y su abuela.

Con el niño rubio, siempre realizaban las tareas que consistían en conseguir leña, reparar su cabaña o algunos de sus muebles, hasta cazar. Gustav siempre se fascinaba con las habilidades de Snow, como la capacidad de volar, súper fuerza, hasta lanzar ráfagas de ki.

Por primera vez, Snow se sintió tán cómodo por estar en un ambiente tan agradable, querido por su amigo, y su abuela, que lo trataba como otro nieto más sin importarle su aspecto.

Pero lamentablemente... no todas las personas eran así...

Cierta vez, la abuela de Gustav, le encargo al mismo a que fuera a comprar fruta, ya que sabían que era el único alimento que Snow consumía.

Lo que la abuela no tuvo en cuenta, era que el niño, en su inocencia, invitó a Snow para que lo acompañara a conocer el pueblo. Snow, emocionado con la idea, aceptó con tal de conocer a más jóvenes de su edad (tenía 12 años en ese entonces).

A Gustav nunca se la había cruzado la idea de disfrazarlo, ya que no pensaba que pasaría algo malo. Snow tampoco se le había ocurrido, ya que venía de un mundo en el que convivían diferentes razas y especies.

Eso quedó en evidencia cuando ingresaron al pueblo, bajo la mirada de espanto y rechazo al pequeño alien. A medida que avanzaban, Snow comenzó a sentir el peso de las miradas, lo que lo hizo angustiarse.

_ Ehhh... ¿Gustav? _ le llamo la atención. _ ¿Por qué la gente me mira de esa manera? ¿Hice algo malo? _ pregunta apenado, captando la atención de su amigo.

_ No te preocupes... _ lo calma con una sonrisa. _ No voy a dejar que te hagan algo. _ Snow sonrie debilmente. Gustav dirige la mirada a los que lo atosigaban. _ ¡¿Y ustedes que miran?! ¡¿No tienen nada mejor que hacer que molestar a mi amigo?! _ exclama en alta voz, ligeramente molesto, hacia los espectadores. Ellos vuelven a realizar sus deberes, pero sin perder de vista al par.

Llegaron al puesto de frutas, siendo atendidos ante la inquietante mirada del vendedor. Al finalizar la compra se dirigieron raudamente hacia la salida del pueblo.

_ ¡Vaya! ¡Vaya! ¡Vaya! _ exclama un joven corpulento, del doble altura que Gustav, acompañado de cinco jóvenes más de casi la misma altura que el mayor, cortándoles el paso. _ Gustav Magnusson, y su... nueva mascota. _ comenta despectivamente con una sonrisa de lado.

_ Ho-hola Lars... _ saluda con temor el pequeño rubio, cosa que fue percibido por Snow.

_ ¿Qué tenemos aquí? _ exclama el tal Lars, arrebatándole la bolsa con las frutas, cosa que Gustav intentó recuperar, pero fué sujeto por dos de los compañeros del joven mayor. El mayor puso una mueca de disgusto. _ ¿Frutas? ¿Qué te volviste vegetariano Magnusson? _ cuestiona con enfado, tirando las frutas al piso. Esperaba encontrar dulces variados, no frutas.

_ ¡Espera! ¡Son para mi amigo Snow! _ exclama el pequeño rubio. Antes de que el mayor reaccionara, el pequeño alien da un paso al frente, aclarándose la garganta, llamando la atención del grupo.

_ Disculpe señor... _ le llama al mayor cortésmente. _ No queremos inconvenientes, por favor. Seguiremos nuestro camino y ustedes el suyo, no hay que comenzar con una pelea ¿sí? _ le pide amablemente, pero con firmeza en la voz, hacia el mayor.