La semana pasada fui al liceo el martes y el viernes. La principal razón por la que fui fueron las clases de química que estoy decidida a no perderme y "ver a mis amigas".
Solo me siento satisfecha con las clases de química, las cuales entendí e inclusive se me han hecho fáciles. Pero otro detalle bien grande son mis queridas amistades. El martes solo fueron dos, las cuales están muy absortas en sus relaciones perfectas, en sus problemas superficiales y en lo que hicieron en las fiestas a las que asistieron el fin de semana como para siquiera preguntar por mi y prestar atención por mas de 10 segundos.
No había tenido problemas con eso hasta que a principios de diciembre comencé a leer más, a pensar más, a quererme más y por su puesto, a replantearme más mi propósito en el mundo y a quienes realmente quiero a mi alrededor. No digo que ya soy un ser perfecto, ni que soy la mas confiada; aún no he llegado a ese punto, ni creo llegar pronto. Pero puedo decir a ciencia cierta que ya estoy viendo las cosas con mayor claridad dentro de toda esta oscuridad incierta que me rodea, que estoy dándome cuenta de más injusticias y que tengo menos paciencia con respecto a todo. No sé si sea algo bueno, pero yo lo siento correcto en estos momentos. No se si ya estoy cansada de tener falsos amigos o si simplemente estoy cansada de ser la pequeña mascota que siempre va a estar dispuesta a ayudar y a ser la más leal a cambio de un epice de atención. Ya no estoy segura de merecerme tan poco de parte de los que se supone que son mis mejores amigos en el mundo.
El viernes llegó mi mejor amiga y no se emocionó al verme, no me preguntó por mis vacaciones navideñas y en una de nuestras primeras conversaciones con "el combo" me dijo de la forma que ella consideró mas graciosa: "¿y tú? Marica, estás gordisima, ahorita eres como un mojón enorme, yo no sé que te pasó", ¿saben que es lo más gracioso? que no me defendí, nunca lo hago, en realidad. Solo me contraje en mi silla sintiéndome la mayor bola de grasa de la isla y justificando su comportamiento con todas las excusas que encontré, resaltando entre ellas la que en este momento de claridad me parece más estúpida: "ella es así, sé que no lo hace con mala intención". Y está mal, está mal que yo no me haya defendido, está mal que siga sintiéndome inútil, está mal todo. Porque quizás ella no lo dijo con mala intención, pero les juro que me sentí mal todo el fin de semana y pasé todo el viernes viéndome en todos los espejos por los que pasé y viendo mi gordo cuerpo para llegar a mi casa a pensar en lo gorda que soy. Y no es justo.
Al llegar hoy martes al liceo luego de un fin de semana en donde mi llamada mejor amiga cumplió años y no respondió mi largo mensaje de cumpleaños y donde logré desconectarme de toda la mierda que está en esa escuela (já), vi a mi mejor amigo. A uno que si lo es. Uno que no fingió emocionarse al verme, simplemente fue real al abrazarme y decirme que tenia miedo de que no viniera, uno me preguntó como me fue en mis vacaciones, uno que me dijo que no estoy gorda y que deje de acomplejarme por ese detalle estúpido y uno que sé que se preocupa por mí.
Y es ese tipo de personas, la que siento y quiero que debería ser sempiterna en la vida de las personas. O por lo menos, eso espero que logre ser él en mi vida.
Nosotros no hablamos todos los días, ni aparentamos tener una amistad perfecta. Pero sé, por la manera como habla sobre mi con las demás personas, que esto es real, que hay alguien que me quiere y alguien que siempre va a estar a mi lado. La única persona que si llega a irse de mi lado, va a partir mi corazón y a dejar un gran vacío en mi. Pero sé que no pasará.