He pasado por muchas modas para mi corta edad. Comencé a escuchar metalcore a los 11 años y no sé si eso haya sido lo mejor (aunque si fue chévere) para mi fe. Comencé a tener muchas dudas a muy corta edad. Comencé a dudar sobre quien era, que sucedía a mi alrededor y como funcionaban las cosas. Eso me hizo evolucionar mucho pero perder mucha confianza en mi misma al no tener un apoyo espiritual.
Me consideré atea, agnóstica, católica no practicante, budista y un montón de cosas en la búsqueda de una identidad espiritual. Dejé de visualizar a Dios y a las demás deidades como personajes reales o por lo menos conectados conmigo. Comencé a culpar a esas mismas deidades de las que dudaba de mis desdichas y comencé a tener una visión muy negativa de la vida.
Llegué a un punto en el que decidí dejar de intentar y simplemente ignoré lo que no veía. Pero entré en una época de cambios y avances y comencé a buscar ayuda interna y espiritual, comencé a pedir, a indagar y a desesperarme.
Conseguí respuestas y soluciones desde la primera suplica pero estaba tan inmersa en la negación que no me di cuenta hasta mucho después. Comencé a vivir situaciones cada vez más complicadas y la ayuda comenzó a ser más evidente. Lo más loco es que igual yo seguía intentando justificar esa ayuda (y todavía lo hago inconscientemente) pero siempre di las gracias.
Hasta que acepté por fin que cada una de las cosas que pedí se cumplieron (no exactamente, a veces ignoré las soluciones por no ser textualmente lo que pedí) y comencé a intentar agradecer más por las cosas que ni siquiera pedí y a pedir un poco menos.
Ahorita en este momento siento que estoy cubierta y que cada uno de mis pasos están planeados en relación a quien soy como persona y a mis deseos y a pesar de que no agradezco todos los días a cada rato, quien esté escuchando mi agradecimiento sabe que es eterno y constante.