El dolor en mi pecho era intenso, apenas si podía respirar y me debía esforzar mucho para mantener mis ojos abiertos. ¿dónde estaba? ¿qué me pasó? ¿Donde estaba el joven misterioso?
Estaba tan confundida y nadie respondía mis preguntas, bueno tampoco tenia quien, estaba completamente sola.
La puerta se abrió y dejo entrar a una muy preocupada señora Murphy, mi vecina de 67 años. Se notaba que había estado llorando, sus ojos aun estaban cristalizados. Tras ella entro un doctor, su mirada transmitía preocupación. Era hora de alarmarme. Y ahora que. La ultima vez que alguien me había mirado así fue hace mucho tiempo y su mirada me persiguió durante muchos años.
-Hola Spencer, ¿como te encuentras? Seguro estas un poco confundida, sufriste un infarto muy fuerte, es un milagro que aun sigas con vida.-
Un infarto, así que eso había sido. Mis recuerdos eran como diapositivas venían una tras otra, yo abriendo la puerta, la señora Murphy preguntándome algo, el fuerte dolor en mi pecho, yo en la ambulancia y luego todo se volvió negro.
-Ay mi niña, estaba tan preocupada, no sabia que hacer.- Para la señora Murphy yo era lo único que tenia, era como la hija que nunca tuvo.
Sus lagrimas volvieron a aparecer.
-Me temo, Spencer, que el infarto ha dejado grandes daños en tu corazón, pusimos un aparato que ayudara a tu corazón hasta que encontremos uno nuevo para ti. Pero puede llevar tiempo y... tienes que prepararte para lo que pueda suceder.
Tanta información me cayo como un balde de agua fría. ¿Me estaba diciendo que podía morir? Estaba impactada pero no tenia miedo, luego de que la vida te tire abajo tantas veces la muerte no se ve tan mal.
No sabia que contestar a eso.
-Bueno creo que tienes mucho que procesar, te tendremos en observación por algunos días, solo para ver como evolucionas, si estas bien para el viernes podrás ir a casa.- Odiaba que me viera con lastima, pobresita tiene 23 años y puede que no consiga un corazón a tiempo.
El doctor y la Señora Murphy se fueron y me dejaron sola en la fría habitación de hospital.
Me sentía débil y sin ganas de vivir. Sin ganas de luchar. Sin embargo no podía olvidar aquel beso. El extraño rondaba mi mente y no me dejaba descansar el vago recuerdo de nuestro encuentro.
...
-¿Cómo te sientes cariño?- dijo la enfermera irrumpiendo en la habitación. Se veía cansada y los surcos bajo sus ojos denotaban cansancio.
-Aún me duele el pecho... ¿quien era el muchacho que entro hace unas horas?- tenia que obtener respuestas no podía dejar de pensar en él. Parecía una adolescente enamorada, pero simplemente necesitaba verlo una vez más.
-¿Qué muchacho? La única que tiene permitido entrar aquí es Esther Murphy si no me equivoco.- Parecía realmente confundida, aunque creo que yo estaba peor.- A veces los medicamentos pueden producir alucinaciones, no te preocupes es algo bastante común.-
Él no existía.
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Un beso con la muerte
RomantizmLa muerte solo debía hacer su trabajo, sin compasión ni sentimientos. Pero los errores ocurren y pueden traer consecuencias consigo.