Capítulo 01. Las mentiras sobre películas de terror.

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"Ya sabes lo que dicen: Más sabe el diablo por viejo, que por diablo."

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No puedo hablar con los vivos, para ellos simplemente no existo, esa es mi realidad.

Hasta ahora no era consciente de ello, pero comencé a idear planes para comunicarme con Hiroto Kiyama y las opciones se reducían a ninguna. Como me había conformado con sólo mirarlo, no sabía que estaba tan limitado. Quisiera desmentir algunas cosas de las películas de terror. Primero, la ley de la física aplicada en mi cuerpo es que toda materia puede (debe) atravesarme, eso quiere decir que no puedo dibujar en las paredes. Lo que, claramente, no es una opción dejarle mi confesión por escrito. Segundo, Hiroto Kiyama no poseía ni un 5% del famoso "sexto sentido" que te pone en contacto con el lado paranormal, de hecho, no he encontrado personas que puedan hacerlo. Pero sí existen, un número limitado, pero están allí en algún lado y son mi única opción. Me hubiese gustado pedírselo a Mizu, ella es mi amiga (de alguna manera) pero tampoco puede verme. Como mencione antes, sólo un limitado número puede hacerlo.
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Con el inicio de la primavera, sólo tengo un año para lograrlo. Espero que sea tiempo suficiente para encontrar un Intermedio.

He pasado toda la noche en la Torre de Metal pensando en ello y pensando en todo. Cuando el sol comienza a asomarse yo me siento distinto. A veces me gusta ese sentimiento, porque me vuelvo más ligero y puedo volar. Pero, otras veces, lo odio porque me consume toda la energía y no quiero hacer nada. Hoy, por ejemplo, no tengo ganas de acudir a clases, como es el primer día el discurso reciclado que repite cada año el director no me entusiasma. Sé también, que me he fijado una meta, pero necesito pensar más en ello, necesito planificarlo todo correctamente. Sé que ir al instituto no me será de ayuda. Esta es, sin dudas, la mejor parte de estar muerto; si no quieres hacer algo, simplemente no lo haces. Si tu objetivo para ese día es buscar formas en las nubes, puedes hacerlo y nadie te criticará por eso.

Emprendo el vuelo hacía la playa, que está a varios kilómetros, observo todo lo que voy dejando atrás y tengo ese sentimiento de deja vu. No lo recuerdo, pero sé que he estado aquí cuando vivía. Puedo escuchar las risas de mi hermana y la voz de mi madre. Quisiera poder ver colocarle un rostro y un cuerpo a aquellas voces. Sé que ellas estaban conmigo en aquellos viajes a la playa, tiene que ser así, no fue una casualidad sentirme tan atraído por el océano. Mis pies ya conocían el camino que lleva al muelle, me gusta caminar por la orilla aunque no pueda sentir el agua salada en mis pies. También me siento en la arena y sólo observo. Le creó historias a las personas que se cruzan en mi camino he intento recordar.

Me reconforta pensar que me gustaba correr como a ese chico que siempre está por aquí hasta muy tarde, sin zapatos y en ropas deportivas. Me quedo absorto en sus movimientos; su cabello ondear al viento, su respiración que él trataba de regular, y cómo sus piernas se mueven a un mismo ritmo. En esos momentos lo anhelaba. Anhelaba lo que él tenía y yo no. Siempre es así, ¿cierto? Es muy gracioso.

Él hace eso todas las mañanas y no se detiene hasta el mediodía. A esa hora, siempre llegan familias, padres con sus hijos colocaban un mantel en la arena y se sientan a almorzar. Es muy mala idea comer en la playa, a menos que haga un calor de los mil demonios y no haya nada de brisa traicionera. Un sándwich con arena es lo peor del mundo. Luego de un almuerzo ligero, el padre se acuesta y siempre duerme, mientras que uno de sus hijos juega en la orilla del mar.

Los niños guardan secretos, de cómo ser feliz y la amistad sincera. Lo sé cuando los veo corretear, con los rayos del sol rebotando en sus oscuros cabellos negros y en su pálida piel. Sonrisas limpias y honestas son liberadas al mundo, como aves enjauladas a las que se les abren las puertas. Terminan tan agotados que se dedican a buscar tesoros enterrados en la arena y no dejan de sorprenderse. Siempre curiosos. Siempre dispuestos.

TU MENTIRADonde viven las historias. Descúbrelo ahora