Capítulo 05. La mentira sobre las historias.

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”Ya sabes lo que dicen: El chisme que gira, no siempre es mentira.”

«----------♥----------»

Han pasado tres horas, la respiración de Fubuki es tranquila y hay mucho silencio. Salvo quizás, por los latidos de nuestros corazones, es lo único que me ayuda a no enloquecer. Una vez leí en algún lado que las personas no podemos estar en una habitación insonorizada más de 45 minutos porque comenzaríamos a oír cosas. Nos volveríamos locos. No sé por qué estoy pensando en esas cosas a esta hora, debe ser porque la noche nos vuelve más reflexivos. Quisiera poder leer un libro, la próxima noche le pediré a Fubuki que dejé su smartphone en reproducción aleatoria. Así por lo menos estaría escuchando música. Fubuki se gira, ahora puedo ver su rostro tranquilo, tiene pestañas largas, parece un niño pequeño.

Coloco mi mano sobre su frente, a pesar de que no me ha otorgado el permiso de husmear en sus sueños. Estoy demasiado aburrido. Cierro mis ojos y me concentro. Las voces comienzan a surgir desde algún lugar oculto.

“–Atsuya, lo encontré.” Era Shirou. Su voz infantil y aguda me dice que es un niño.

“–Shirou, vámonos. ” Esta voz forzada es la de Atsuya Fubuki.

“–Mi amigo dice qué...”

“–¡Shirou vámonos ya. Tenemos que avisar!”

Y él despierta.

Me mira con sus enormes ojos grises, escudriñando mi rostro y buscando formas. Creo que aún está medio dormido, está muy dócil. Sonrió cálidamente, pero no me corresponde; se le ve confundido. No puedo sentir su piel debajo de mi mano, tenía la esperanza de que fuera diferente. Todas las mañanas, tengo la esperanza de que sea diferente. Me aparto para que Shirou pueda levantarse y comenzar con su rutina de todos los días. Se encierra en el baño y lo espero pacientemente sentado en su cama; le gustan los baños largos.

–¿Tu hermano estudió idiomas?– pregunté.

Él se volteó para mirarme, estaba frente al espejo acomodándose su uniforme.

–No.– respondió. –Él dejó de estudiar a los dieciséis, en ese tiempo se quedó tres años en Canadá y aprendió a hablar inglés.– explicó.

–¿Por qué dejó de estudiar? ¿Por qué se fue a Canadá?– pregunté.

Volvió a mirarme, está vez, de una forma burlona y divertido, se abotonó la chaqueta, tomó su cartera y salió. Desayunó HotCakes, así que había la posibilidad de que saliera al jardín trasero y se fumara un cigarrillo mientras respondía a mis preguntas. Habló largo rato con Atsuya y rieron, el casi adulto se percató de que había "algo" en la casa porque había escuchado a su "adorable hermanito menor" hablar solo. "No hablo solo, Atsuya, él existe. Es real y te está mirando. No seas grosero." respondió Fubuki, tranquilo y posando sus ojos sobre mí. Atsuya se estremeció e intentó mirarme, pero no lo consiguió.

–Shirou, eso es demasiado perturbador.– dijo suspirando. –Me voy a trabajar, no hagas cosas raras.– advirtió y se fue.

Cuando la puerta se cerró, Fubuki se levantó de un salto y me pidió que lo siguiera. Me emocioné cuando lo vi rodar la puerta del jardín y llamarme con un ademán de manos. De nuevo, él se apoyó en una pared, sacó un cigarrillo y lo encendió con su mechero de panda. Debo ser preciso, ya he descubierto el truco del juego; cuando el cigarrillo se termina, también lo hace nuestra conversación. Y yo quiero saber tantas cosas.

TU MENTIRADonde viven las historias. Descúbrelo ahora