Capítulo 11. Las mentiras en los mapas.

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“Ya sabes lo que dicen: Cordero que se regresa, se desnuca.”

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Cuando el sol comenzó a asomarse tímidamente entre el horizonte supe que debía volver. Una parte de mí lo había aceptado, el hecho de que conocer mi verdad era importante para mí. Durante años me había quejado, añorando a mi familia y el no poder recordar nada referente a ellos me frustraba. Ahora que tengo la oportunidad de saber, no puedo ignorarlo. No sería justo.

Sé que nada volverá a ser como antes, y estoy asustado por ello. Me gustaba la manera en que la sombra de Fubuki era vagamente acompañada por mi silueta. No puedo pensar en que ahora él deberá caminar solo. Quería acompañarlo en el último año de instituto que aún le quedaba. Quería darle consuelo a la hora del almuerzo y durante las noches de desvelos. Quería estar siempre para él.

No podré hacerlo más.

Me dejo caer desde la torre de Metal y surco el cielo hasta la casa de Hiroto Kiyama. Aún es demasiado temprano para inciar el día, el sol apena dibuja sombras en el suelo. Pocas personas transitan las calles, dirigiéndose a sus trabajos o clases. Las personas que nunca supieron que yo estaba ahí. Entre ellas. Me preparo para encontrarme la dulce escena de mis dos chicos durmiendo juntos pero no logro apreciarla. Ellos están despiertos, vistiendo jeans oscuros, calzado deportivo y sudaderas. Cargan una mochila en sus hombros y se intercambian algunas palabras.

–Tenemos que esperarlo. Seguro no tarda en venir.– asegura Shirou.

–Dejaré esto en el auto, entonces. Baja cuando estés listo.– responde Hiroto, él está cargado de bolsas donde llevan comida y agua suficiente para ambos.

El pelirrojo sale de la habitación, tranquilo y serio mientras que Fubuki se sienta en la cama y sostiene su cabeza entre sus manos; está preocupado. Ya lo conozco bien, todas sus expresiones sus significados ya me sé. Somos casi uno solo. Anoche podía oírlo cuando pensaba en mí y se preguntaba dónde estaba. Tuvimos unas conversación antes de dormir.

“–¿Ya no volverás nunca más?

–Tengo miedo, Shirou. Mucho miedo.

–Yo también. No quiero que te vayas y me dejes atrás, pero también quiero que seas feliz. Te quiero.

–Seré feliz si estoy contigo.
–Serás feliz cuando descubras la verdad. Por favor, vuelve. No me dejes hacer este viaje solo.”

Consiguió convencerme. Entré a la habitación y me tomó cinco segundos captar su atención. Alzó la mirada lentamente, como si no pudiese creer que yo estaba allí frente a él, pero me sonrió como suele hacerlo siempre. No era especialmente amable, era amistoso y me hacia sentir que todo estaría bien. Yo le sonreí de regreso y me senté a su lado. Quise tomar su mano, pero no podía hacerlo.

–¿Estás listo? – Me preguntó.

–Ahora que te veo, lo estoy. – respondí. Él sonrió conmovido.

Nos miramos largo rato, intercambiando sentimientos entre nosotros. No habían palabras, sólo miradas, sonrisas y era suficiente. A veces no necesitas hablar para transmitir un mensaje, basta con que mires a los ojos de la otra persona y le sonrías. Es lo que hacemos nosotros ahora.

Fubuki se levantó de la cama y, adelantándose, me dijo las palabras que nunca olvidaría.

–La distancia y el tiempo no tiene poder sobre nosotros. Así que, no importa si desapareces. Vivirás en mi corazón. Lo prometo.

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