EPÍLOGO: MI ALMA. TUS LATIDOS.

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El día de la graduación debió haber sido el mejor de su vida, pero sólo fue uno de los tantos mejores días que estaban por venir.

Compartió junto a sus amigos, fuertes abrazos y promesas de un futuro juntos, donde todos los caminos se volviesen a encontrar. Aquel evento fue el momento perfecto para presentarle formalmente su novio a su padre, claramente, ya le había notificado previamente que estaba enamorado de un chico (y no de una chica, como el señor Kira lo hubiese previsto) no quería que su padre se desmayara en plena ceremonia. Su reacción no fue severa, pero tampoco positiva. Sin embargo, todo eso cambió cuando Shirou Fubuki se presentó con su adorable sonrisa -atonta personas- y el hombre no pudo más que adorarlo. Su padre tenía un corazón muy grande, capaz de ser derretido con una sonrisa sincera y unos ojos enormes.

Se tomaron muchas fotos y ese mismo día salieron a cenar juntos. Algo muy simple que terminó con una ronda de sexo salvaje. Estando uno al lado del otro y Hiroto jugando con el platinado cabello de su novio, se escucharon aquellas palabras de un compromiso olvidado.

–Mi hermano quiere que vayas mañana a cenar con nosotros. Quiere conocerte y felicitarte por ser el mejor promedio de toda tu generación.– Y rió.

–Tu hermano no es celoso, ¿verdad?– Bromeó pinchándole las mejillas.

Fubuki sonrió nervioso. –No tienes ni idea.

Aquel recuerdo volvía a su mente en bucle, el momento en que su hermano había recordado la existencia de Hiroto Kiyama en la vida de Shirou Fubuki, estaba en la cocina descuartizando un pescado. Shirou sentado en una mesa, cerca de él, jugando con su nintendo.

–Oh, me comentaste que tienes un novio, ¿cierto?– preguntó, con un tono de voz suave que se podría asemejar al de un psicópata.

–Sí, Hiroto.– respondió sin tomarle mayor importancia.

–Deberías traerlo un día para conocerlo.– Alzó el cuchillo y rebanó la cabeza del moribundo animal sin piedad. El sonido de la cuchilla al impactar contra la madera fue estrepitoso. Tanto que llamó la atención del pequeño albino. –Podríamos hacer algo divertido.

Y sintió mucho miedo por aquella sonrisa amplia y su expresión sombría. Realmente sentía mucha pena por el pobre Hiroto.

A pesar de ese susto inicial, Atsuya fue muy buena onda. Esa noche se encontró con un mundo completamente diferente; nadie intentaba aparentar algo. Atsuya Fubuki era auténtico (como su hermano). Hiroto, apegado a sus buenos modales, fue demasiado formal al momento de presentarse; no importaba que ese chico de cabello naranja y mirada profunda fuera hermano de su novio, era mayor y por eso le debía cierto respeto. Quería dar una buena imagen, después de terminar su presentación y hacer una elegante reverencia, esperó y sólo obtuvo una suave risa como respuesta.

–¿Qué estás haciendo?– preguntó el mayor.

Cuando alzo la cabeza, se encontró con la encantadora escena de Atsuya Fubuki riendo de una manera discreta pero, aún así, podía apreciar que tenía una bonita sonrisa y marquitas en las mejillas, se ruborizó porque ya no podía verlo como su "sempai" sino como un chico más de su edad.

–No hace falta que seas tan formal, no estoy tan viejo.– señaló.

–Lo siento.– respondió con torpeza y sonriendo nervioso.

En ese momento apareció Shirou, usando un gracioso delantal al más puro estilo Maíz, en cuanto los ojos verdes de Hiroto se posaron en él sus mejillas se colorearon de rojo.

–En mi defensa.– inició. –Ese monstruo me obligó. – Y señaló al muchacho de rebelde cabello naranja.

–En mi defensa, te ves muy lindo.– respondió burlón.

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⏰ Última actualización: Feb 16, 2018 ⏰

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