Seis y media de la mañana me encontraba saliendo de mi casa hacia la base donde se encontraban los aviones alemanes. Este lugar quedaba alejado del pueblo, tenia que adentrarme en las grandes hectáreas de campo que le pertenecían al gobierno.
De pasada me encontré con Margot yendo para el mercado. Aproveché para preguntarle como se encontraba su hija y me contestó que bien, el medico había logrado bajarle la fiebre, pero eso iba a ser temporal, necesitaba llevarla urgente a Paris pero necesitaba dinero para conseguir los papeles. Por mi parte le dije que iba a hacer todo lo posible para ayudarla.
Continué mi camino hacia la base y a medida que me alejaba de la civilización y me adentraba en el campo, el camino se volvía más inestable. Eso provocaba un dolor en mis pies, ya que mis heridas a penas habían comenzado a cicatrizar.
A las siete y cuarenta había llegado a la base, la cual consistía de varios galpones grandes y varias pistas para aterrizar o despegar. Me quedé sorprendida por la cantidad de aviones y gente que había ahí.
Yo, dos años atrás, era la persona más feliz del mundo trabajando en ese lugar con mi gente, pero sobre todo tenia la oportunidad de trabajar con mi hermano. Sí, me tenia que aguantar algunos comentarios machistas como " Y ...es mujer" , " Seguramente se acostó con el profesor para obtener su título " o " Es trabajo de hombre, tu debes estar en la casa cocinando" cada vez que cometía un error porque eso es parte del ser humano. En cambio, cuando ellos cometían errores eran " fallas técnicas".
Las bases estaban numeradas y obviamente la número uno era la principal y más importante, así que me acerqué a esa.
Los soldados encargados de custodiar la entrada me miraron de mala manera y probablemente era por el simple hecho de ser mujer y porque yo había modificado levemente el uniforme que me habían dado. La falda era muy larga para mi gusto, así que le hice un dobladillo para que quedara más corta. En las mangas de la chaqueta tenia la esvástica Nazi y la bandera alemana. Obviamente le arranqué ambas cosas y le coloqué la bandera francesa.
- Jazmine Lâforet- Me presenté- El Coronel solicitó mi presencia aquí.
Entre ellos se miraron, discutieron un poco en alemán y luego se dignaron a dejar pasarme.
Ver los aviones tan de cerca me sorprendió. Jamas había visto semejantes maquinas de guerra. Esos no figuraban en la cantidad de libros que había leído durante la Universidad. Esos aviones eran nueva tecnología y la futura causante de la muerte de cientos de inocentes.
-¿Sorprendida?- Me preguntó el Coronel con una sonrisa irónica.
-Estoy en presencia de aviones de ultima tecnología que van a matar cientos de inocentes- Contesté- Por su puesto que estoy sorprendida y en un estado de shock.
-Veo que ha modificado el uniforme..- Yo tragué en seco- Puede conservarlo, siempre y cuando haga lo que se le ordene -Suspiré aliviada y asentí.
-Hoy lo único que tendrá que hacer es leer información sobre nuestros aviones de ultima generación y observar los vuelos de los pilotos. Todo lo que necesita está en la base tres.
Nuevamente asentí con la cabeza.
-Que tenga un excelente primer día de trabajo- Sonrió irónicamente y se fue.
Mientras me dirigía a la base tres recibí varias miradas, silbidos y comentarios que me hicieron sentir bastante incomoda. Y lo que más me indignaba es que yo tenia que aguantarme esos comentarios machistas porque yo me estaba jugando mi vida.
La base tres no tenia ningún avión, estaba llena de pequeños escritorios con soldados leyendo libros, haciendo cuentas o hablando por teléfono. Parecía ser una zona más administrativa
Uno de los pequeños escritorios tenía un cartel pequeño con mi nombre, así que me senté ahí. Sobre este había dos libros que , por suerte, estaban traducidos al ingles (mi ingles no era perfecto, pero algo sabia). Me tomó casi cuatro horas leer la mitad del primer libro, ya que había algunas cosas que debía deducirlas por contexto y , además, me indignaba leer sobre la construcción de aviones capaces de matar a cientos de personas y yo iba a colaborar con ello.
-¿Cómo están tus pies?- Levanté mi vista y me encontré con los ojos celestes de Alexander. Decidí ignorarlo y seguir con mi lectura- Pregunto porque cuando me desperté el sábado por la mañana, tu ya no estabas ahí.
-Me fui caminando- Contesté sin despegar la vista del libro- Gracias por preocuparte- Mi tono sarcástico se hizo presente.
Apoyó sus brazos a ambos lados de mi escritorio de forma brusca.
-Estoy intentando ser amable...recuerda que gracias a mi, se salvó la niña esa.
-Agradezco que me hayas ayudado- Hablé sinceramente- Pero eso no quiere decir que me agrades y , además, estoy trabajando así que agradecería que te fueras.
-Estas leyendo un libro...
Cerré el libro bruscamente.
-Es parte de mi trabajo.
-Te dejo continuar entonces- Me guiñó un ojo y se fue.
(...)
A eso de las nueve de la noche, yo me encontraba atravesando el campo a pie para poder llegar al pueblo. Un par de Nazis me habían ofrecido llevarme en uno de esos autos militares que tenían a su disposición, pero yo tenia el presentimiento de que eso no iba a terminar bien así que no acepté su oferta.
Cuando se hicieron las diez de la noche llegué a mi casa muerta de hambre. Me tuve que conformar con una sopa, ya que el único mercado del pueblo estaba en falta de comida y , la poca comida que había, era carísima. Después de cenar en soledad, me fui a bañar algo que no fue muy complaciente ya que el agua caliente no era un lujo que podía darme.
Muerta de frío me coloqué mi pijama y una bata muy abrigada y crucé rápidamente a la casa de Alan. Entré por la puerta frase porque siempre estaba abierta y fui hasta su pequeña habitación. Él tenia el sueño muy pesado, ni siquiera sintió cuando me acosté a su lado.
-Alan, Alan, Alan- Murmuré varias veces.
-¿Jazmine?- Preguntó extrañado
-¿Te molesta si duermo aquí?
-No,no- Me abrazó- Estas helada
-Estoy muerta de frío, por eso estoy permitiendo que me abraces- Dije riendo- Sabes que odio estar abrazada a alguien mucho tiempo...
-¿Cómo estuvo tu primer día con los alemanes?
-No quiero hablar de eso ahora, tengo sueño.
-Que descanses- Me dio un beso en la mejilla y a los diez minutos ya se encontraba roncando en mi oído
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Jazmine Lâforet
RomanceJazmine Lâforet era una chica que rompía con el estereotipo típico de mujer durante la Segunda Guerra Mundial. Sus peculiares aptitudes fueron las que llamaron la atención del ejército alemán que había invadido su pequeño pueblo en el oeste de Franc...