-Buenos días.Bingham se encontraba en la cocina tomando café simplemente en pantalones deportivos. Mis ojos se dirigieron a sus perfectos abdominales marcados. Me mordí el labio, tenía ganas de pasar mis manos por ellos, pero debía contenerme.
-Buenos días- Contesté lo más calmada que pude y me senté en la mesa.
-¿Quieres café?
-Odio el café.
Apoyó su taza de café en la mesa y luego se sentó, quedando en frente mío.
-¿Sigues enojada por lo de anoche?
-Obviamente.
-Jazmine...yo hablo en serio cuando digo que te quiero y de que me gustaría que te vengas a Polonia conmigo.
-Bingham, me conoces hace una semana y un par de días, no puedes querer a una persona en tan poco tiempo. Además, yo no podría estar en Polonia contigo sabiendo que eres el encargo de ejecutar a gente inocente.
-Me tomó poco tiempo quererte- Me sonrió- Si vuelves a tu pueblo, vas a volver a pasar hambre y vas a tener que continuar trabajando para ellos. Si te vienes conmigo te prometo que jamás vas a volver a pasar hambre o sufrir. Tu, Astrid y yo podemos ser una familia.
-Prefiero pasar hambre antes que saber que estoy teniendo una relación amorosa con un asesino. Mis ideales éticos y morales no me permiten formar una familia contigo, lo siento pero simplemente no lo soportaría.
Él se levantó de la mesa y se acercó a mi. Tomó mi rostro entre sus manos, acarició mis mejillas y luego me besó.Lo peor de todo es que yo le seguí el beso y llegué hasta el punto de morderle el labio delicadamente.
-Esto- Se separó de mi y acarició mis labios con su dedo pulgar- Contradice todo lo que me has dicho...debes admitirlo, hay química entre nosotros...yo te gusto.
-¡Por supuesto que me gustas!- Admití- ¡Me gusta tu cabello, tu barba,tus ojos, tus abdominales y tu pene!- Él se rió ante mi ultimo comentario- ¡Pero yo no te quiero...no puedo quererte sabiendo cuales son tus ideologías! Agradezco todo lo que has hecho por mi, pero simplemente no puedo tener una relación contigo.
Negó con la cabeza y puedo jurar que una pequeña lagrima brotó de su ojo. Me volvió a tomar por la cintura, manteniendo nuestros cuerpos súper pegados y luego bajó sus manos hasta mi culo.
-Bingham...- Lo regañé.
-Jazmine, yo quiero despertarme junto a este culo todas las mañanas- Me dijo- ¡Dios! ¡ Hasta ya parezco tu hablando de esta manera!
-No puedo, lo siento- Agaché la mirada e intenté separarme, pero no me lo permitió.
-Un día esta guerra va a terminar y todo esto va a quedar atrás...
-Yo no puedo dejar atrás el hecho de que matas personas. Te repito, agradezco de todo corazón lo que hiciste por mi, pero tu no dejas de ser un Nazi con una ideología poco convencional- Le digo- En unos días tu te iras a Polonia y yo volveré a Montoire, hasta entonces podemos limitarnos a coger y besarnos. Porque la verdad nuestra química sexual es muy buena y disfruto mucho de tu pene.
-Por estas cosas te quiero- Dice riendo- Pero esta bien, si es lo que tu quieres dejaré de insistir.
-¡Perfecto!- Contesté y me acerqué de manera provocativa a él-¿Tenemos sexo ahora?- Recorro todo su pecho desnudo con mis manos, para luego pasar por su torso y llegar hasta su miembro, cubierto por el pantalón.
Bingham sonrió cuando le di un apretón a su miembro. Yo estaba lista para deshacerme de los pantalones y comenzar a darle sexo oral. Sin embargo, él apartó mi mano de su parte intima y yo lo miré extrañada.
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Jazmine Lâforet
RomanceJazmine Lâforet era una chica que rompía con el estereotipo típico de mujer durante la Segunda Guerra Mundial. Sus peculiares aptitudes fueron las que llamaron la atención del ejército alemán que había invadido su pequeño pueblo en el oeste de Franc...