Una vez que llegamos a Munich, Alemania tuvimos que viajar unas dos horas aproximadamente hasta un lugar alejado de la ciudad donde vivía Bingham.
Me quedé sorprendida al ver que él vivía en un barrio de clase alta. La infraestructura de las casas que había era impresionante, era una más linda que la otra. Definitivamente no parecía que estuvieran afrontando una guerra.
Bingham me dejó en su casa y me informó que iba a buscar a su hija a la casa de su suegra. Me dijo que recorriera la casa y que me acomodara en la habitación que más me gustara.
Su casa contaba con dos pisos. En la parte superior había cuatro habitaciones, de las cuales una era el dormitorio principal y otra parecía ser la de Astrid, ya que estaba llena de muñecas y la decoración era en tonos rosas y celestes. Las otras dos habitaciones parecían ser de servicio, así que dejé mi maleta en una de ellas y luego fui a la parte inferior.
Allí había un gran living decorado con varios sillones, una pequeña mesa y una gran chimenea, Encima de esta, había una gran foto de la familia. Bingham, Astrid y la que parecía ser su esposa posaban muy felices para la foto. La esposa de Bingham era hermosa, tenia un cabello extremadamente rubio, unos ojos celestes muy brillantes y la piel blanca como la nieve.
Continué mi recorrido y llegué a la cocina. Esta, estaba perfectamente equipada con artefactos de última tecnología. Desde la cocina se podía ver el hermoso patio, que ahora estaba cubierto por la nieve, y que contaba con una pequeña laguna artificial que debido al frío se encontraba congelada.
Bingham se hizo presente en la casa con una niña colgando de su espalda. La bajó delicadamente al piso y le dijo algo en alemán.
-Hola, Jazmine- Dijo de forma tímida Astrid.
Yo me agaché para quedar a su altura.
-Hola ¿cómo esta hermosa?- Sonreí.
Ella miró a su padre en busca de ayuda.
-Astrid no habla ingles- Me dice él- Su madre solía enseñarle...
-Oh, perdón, no lo sabia.
Él me sonrió.
-No te preocupes.
Le dijo algo a Astrid y la niña muy obediente se fue al piso de arriba junto con su pequeña maleta.
-¿Qué te parece la casa?
-Muy bonita- Contesté- No parece que una guerra estuviera sucediendo en este pueblo.
Bingham me miró con pena.
-No eres feliz ¿verdad?
-¿Cómo puedo ser feliz con todo lo que me esta pasando?- Pregunté indignada-¿Con todo lo que está pasando en el mundo?
Bingham no dijo nada,se acercó a mi y yo cerré los ojos. No sabía que esperar de él, después de todo era una Nazi. Sin embargo, simplemente me abrazó y yo me sentí aliviada. Era la única persona, a parte de Alan, que me demostraba afecto en estos tiempos difíciles.
-Yo no te voy a lastimar nunca- Me miró a los ojos- No me puedo imaginar lo que te hizo pasar ese Alexander.
-Preferiria no hablar de él.
-No te preocupes...no pude hacer que lo sentenciaran a muerte, pero logré que lo trasladen a otra unidad.
-¡Gracias!- Lo abracé más fuerte.
Él me dio un pequeño beso en la frente y luego nos separamos.
Comenzó a sacar las cosas e ingredientes necesarios para cocinar. Me sorprendí demasiado por el hecho de que sabia cocinar y le gustaba. Me contó que había hecho el curso de chef profesional y que antes de la guerra era el dueño de un restaurante en el centro de Munich.
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Jazmine Lâforet
RomanceJazmine Lâforet era una chica que rompía con el estereotipo típico de mujer durante la Segunda Guerra Mundial. Sus peculiares aptitudes fueron las que llamaron la atención del ejército alemán que había invadido su pequeño pueblo en el oeste de Franc...