Revelación

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Tenues rayos de luz cayeron sobre los ojos cerrados de un durmiente azabache con la pelimiel en sus brazos. La iluminación molestosa hizo a Ash levantarse y en el proceso despertar a su novia. 

Ash: Lo siento.

Serena: No te preocupes.- dijo sonriendole

Ash: No quiero andar más con rodeos. Vistete, por favor. Tenemos que ir ahora.

Serena: ¿No vamos a desayunar?

Ash: No podemos, mi amor. Si no vamos ahora, no podemos ir más tarde.

Serena: Pero....

Ash: Es una orden, Serena........ Lo siento, no debí contestarte de esa manera.

Serena: Está bien, Ash. Me cambiaré ahora mismo.

Ash: Lo siento, de verdad. Pero quiero acabar con este asunto lo más rápido posible, ya comeremos algo por allí cuando terminemos.

Serena: De acuerdo.

Y a la orden del azabache, Serena se cambio no sin antes pedirle a Ash que se cambie a fuera pues aún no se acostumbraba del todo a estar sin ropa en frente de él.  La pelimiel eligió ropa un tanto formal pero con algunos toques informales. Mientras que él azabache decidió no llamar mucha atención y usó ropa informal. Ya vestidos, la pareja se subió al auto y emprendieron camino.

La pelimiel no tenía idea de que pensar. Por un lado, sabía de seguro que lo que le esperaba no era bueno ni algo de lo que Ash se sentía orgulloso pero estaba lista. El auto cruzaba rutas que muy pocas personas toman más de lo necesario. Esas mismas los hicieron llegar a una calle que se notaba que no era segura.

Serena: ¿Que es este lugar?

Ash: Un lugar que yo quisiera no tener que visitar.

El azabache ahora ya no sonaba cariñoso o amable, más bien sonaba melancólico o algo asustado. El azabache aparcó el auto en una casa muy descuidada. Pues tenía pintura vieja y que se caía además de sus ventanas que se notaba que apenas se limpiaban.

Serena: Ash, cariño. ¿Que hacemos aquí?

Ash: Querías saber que es lo que te estoy ocultando, pues aquí lo descubrirás.

Serena notó que aún con todas sus palabras dichas el día de ayer, el azabache no se sentía completamente seguro de que ella permanecerá a su lado. La pelimiel de inmediato tomó la mano de Ash para poder calmarlo mientras caminaban hacía la puerta de esa casa.

Serena: No te preocupes, estaré contigo pase lo que pase.

Ash: Gracias.- le susurro al oído para después darle un beso en la mejilla.

El azabache dio golpecitos a la puerta para que le abrieran. Esperaron un poco hasta que la puerta fue abierta y una figura femenina estuvo a la vista de ellos. La chica era de cabello castaño y de piel blanca además de sus ojos verdes que no los miraba con amabilidad exactamente.

¿?: Así que la trajiste ¿eh? 

Ash: Si- dijo mientras apretaba un poco la mano de su novia.

¿?: Ya sabía que te gustaban las menores ¿pero una prostituta? ¿

Ash: ¡Callate! No permitiré que le hables así, Giselle.

¿?: Bueno, ¿que vienes a hacer aquí, Ash? Esta ya no es tu casa.

Ash: Vine a verla y tú sabes mejor que nadie que tengo todo el derecho a verla.

Serena: ¿De quien hablas, Ash?

Soy tuya y de nadie más Donde viven las historias. Descúbrelo ahora