Capítulo 02.1

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A la hora del almuerzo ya en la cafetería hice la cola para comprar mi almuerzo, tome solo una manzana y un pequeño postre junto a una botella de agua, no tenía mucha hambre, cuando iba a pagar otra mano se me adelanto.

-Cobre lo de la señorita y lo mío.- esa voz ya la había escuchado, al girarme a verlo me doy cuenta que era el chico que me había ayudo con el chico molesto, ahora si lo observe, era alto, mucho más que yo, tan pálido como la cal, con unas facciones hermosas como un ángel, uno hecho persona que se veía peligroso, con su cabello negro aunque también podria pasar por castaño muy oscuro, lo tenia un poco largo pero eso no hacia que se viera mal, su sonrisa ladeada dejando ver unos perfectos dientes blancos y no olvidemos esos penetrantes ojos negros, todo él contrastaba de una manera que lo hacía ver hermoso pero peligroso.

-No tenías por qué hacer eso.- le dije en voz un poco baja pero él me escucho.

-Es mi manera de redimirme por haberla asustado, hermosa dama.- la manera en que esas palabras salieron de sus labios las hicieron más especiales que ninguna otra, su voz era aterciopelada como si saboreara cada una de las palabras, un poco ronca y casi como si arrastrase las palabras, era algo fascinante de ver y oír en partes iguales.

-No me asusto, usted señor.- conteste de una manera similar a él, pareció que le gusto que le siguiera el juego.

-Eso no pareció hace un rato, mi lady.- este juego me gusto, pero me impresiono que con unas pocas palabras esa desconfianza hacia él desapareciera.

-Gracias por su ayuda caballero y también por pagar mi almuerzo, no debió usted molestarse.- le sonreí y él solo asintió un poco. Tomo una de mis manos y se inclinó para luego dejar un beso en mis nudillos con galantería.

-Fue todo un placer, señorita...- dejo las palabras en el aire sin soltar mi mano esperando que le diga mi nombre, su tacto era frío y duro, algo que no me molesto, mis manos siempre estaban frías.

-Swan, Arabella Swan y usted señor es...- hice exactamente lo mismo.

-Cedric.- fue su única respuesta, con sutileza retire mi mano de su agarre para seguir sujetando con más comodidad mi bandeja con mi escaso almuerzo.

-Bueno, fue un placer platicar con usted señor Cedric.- concluí con una pequeña reverencia y una sonrisa en mis labios que él correspondió antes de cada uno tomar caminos diferentes en la cafetería.

Buscaba una mesa que nadie usara pero todas parecían estar ocupadas, por un momento mire a Cedric, se encontraba solo en una de las mesas y parecía esperar a alguien, cosa que sería lógica él debería de tener sus propios amigos, entonces una mano se alzó en el aire y hacia señas en mi dirección. Erick me llamaba para que me sentara junto a él y sus amigos, no me quedo más remedio mientras sonreía, pero me arrepentí casi al instante de sentarme.

-No deberías hacerte muchas ilusiones con Cedric, no le gusta ninguna chica.- comento una de las amigas de Erick, todos se había presentado pero no podía recordar ninguno de sus nombres, a la chica que me hablo no pudo agradarme menos de lo que ya lo hacía luego de eso, me olía a que fue rechazada. Eso me hizo reír.

Le di un mordisco a mi manzana y todos en la mesa hablaban, ignorándome cosa que preferí, cuando algo capto mi atención, un grupo de chicos que desentonaban así como Cedric entraban en la cafetería, la chica molesta que me hablo noto a donde se dirigía mi atención

- Los Cullen.- dijo como si fuera obvio, la vi a ella por un momento mientras la chica que estaba a su lado y con lentes se giraba levemente a ver como entraban.

-Son los hijos adoptivos del Doctor Cullen, se mudaron hace unos años desde Alaska.- comento con amabilidad, sin duda es más simpática que la casi rubia a su lado.

𝕆𝕝𝕧𝕚𝕕𝕠 | 𝕷𝖆 𝕳𝖊𝖗𝖒𝖆𝖓𝖆 𝖉𝖊 𝕭𝖊𝖑𝖑𝖆 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora