Capítulo 10.1

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Ya se había hecho habitual el ver a Edward y a mi hermana juntos en la escuela, aunque eso no implicaba que fuese más fácil de ver y asimilar. Aunque prefería ignorar a mi hermana la mayor parte del tiempo. Algo que resultaría más fácil si Rosalie colaborara en el almuerzo y lograra dejar su odio por mi hermana a un lado.

Por suerte Edward y Bella se sentaban en una mesa diferente a la nuestra, lo que ayudaba a la convivencia. Mis días en el instituto lo que resto de semana fueron agradables, podía ver el lado positivo de que mi hermana tuviera novio, ella estaba tan ensimismada en Edward que todo a su alrededor pasaba a un segundo plano, yo incluida.

Estaba entusiasmada ese viernes en particular sin saber realmente el motivo de mi estado de animo.

Cuando Cedric a la hora de la salida me comunico que su familia iría a jugar beisbol ese fin de semana y que si gustaba podía acompañarlos.

Pensé en la posibilidad de que quizás a eso se debía mi particular estado de ánimo.

-Solo iré si tu vas a jugar.- dije con una sonrisa en mi rostro, lo vi dudar un poco para luego inclinarse sobre mi y dejar un casto beso en mis labios.

-Siempre me abstengo de jugar.- respondió en su lugar, dejándome confundida, ¿para qué me invitaba, si él no jugaría?

-Entonces, no quiero ir.- dije resuelta comenzando a caminar con dirección al monovoluble de mi hermana, hoy me iría con ella porque almorzaríamos con papá en la cafetería del pueblo.

Cedric troto ligeramente para alcanzarme con una sonrisa ladina bailando en su rostro.

-Alice me dijo que no aceptarías.- y con esas palabas su sonrisa solo se ensancho más, lo mire indignada por su actuar.

-Si sabias que me negaría que sentido tiene invitarme, sabes que no me apasionan los deportes y que solo iría para verte jugar.- le saque la lengua mientras seguía caminando por el estacionamiento, atenta a mi alrededor, pues no quería terminar atropellada.

Con una sonrisa se puso delante de mi mientras caminaba de espalda, algo que me ponía de los nervios más en un estacionamiento en el que había quedado demostrado que no era del todo seguro. -Entonces tengo otro plan para ti. Una cita. Tu y yo. Solos. Seattle. Todo el día.

Y aunque la idea me parecía maravillosa, no estaba dispuesta a darle el si tan fácilmente o al menos no tan rápido, detuve mi andar y lo mire directo a los ojos. -Déjame adivinar ¿Alice, ya vio mi respuesta?

-Si lo hizo.- dijo muy seguro de si mismo.

-Entonces... no.

Dije simplemente, y juro que pude escuchar la carcajada de Emmett desde el otro lado del estacionamiento al mismo tiempo que vislumbraba la cara de autentica confusión en el rostro de Cedric. No lo aguante más y me reí, lo rodee y seguí mi camino, el pobre había quedado tan desconcertado que se había quedado ahí clavado sin moverse.

Una vez me encontré en la seguridad del auto de mi hermana le respondí, con la respuesta que él esperaba oír y que por supuesto yo me moría por dar, sabiendo que me escucharía, e importándome poco que mi hermana pensara que estaba demente por hablar sola.

-Estaré encantada de aceptar.- y disfrute de ver la sonrisa de Cedric por el retrovisor mientras avanzábamos lejos del estacionamiento.


Una vez llegamos a la cafetería donde ya nos esperaba papá tuve que presenciar el patético intento de Mike de mostrar sus "celos" sobre la relación que mantenía mi hermana con Edward, por suerte a mi solo me regalo un simple saludo.

Bella fue incapaz de saludar a papá como una hija normal lo haría, yo por otro lado me guinde de su cuello y bese su mejilla mientras decía un. -Hola papá, ¿Cómo esta el padre más guapo de todos?- disfrute de ver el sonrojo en el rostro de papá y como intento escudarse en su tasa de café.

Nuestros platos llegaron con rapidez pero, eso no evito que la camarera le preguntara a papá sobre las desapariciones recientes, y que él explicara la situación con alguno que otro espectador poco disimulado.

Papá intento aligerar el ambiente, comentándole a Bella sobre la patética presencia de Mike en la ventana, lo que termino derivando a una conversación sobre muchachos ¡¿muchachos?! ¿se pueden imaginar eso? como sino hubiera un tema más vergonzoso del cual hablar, mientras tanto yo me dedique a comer mi pasta tranquilamente, disfrutando de la vergüenza de mi padre y hermana en partes iguales.

Papá no hablaba de chicos conmigo, prefería ahorrarse esas charlas porque mantenía una especie de acuerdo con Cedric del que no estaba enterada de los detalles, pero yo era feliz así y papá estaba tranquilo al respecto.





El tan esperado sábado había llegado, yo por mi parte había amanecido radiante, por ridículo que sonara, tenia la sensación de que pasaría algo que lo cambiaria todo, y esperaba que mi presentimiento implicara el que todo iría de maravilla.

Me arregle con especial esmero para mi cita con Cedric, era realmente temprano por la mañana pero no me importaba mucho eso, siempre podía dormir de camino a Seattle.

Estuve más que complacida cuando Cedric vino por mi y con sus impresionantes ojos dorados me recorrió de pies a cabeza, comenzando con mis zapatillas con tacón color nude, pasando por mis piernas descubiertas, hasta mi delicado vestido de encaje rosa palo, mis hombros descubiertos, exhibiendo un lindo collar dorado, tomándose un tiempo especial en mis labios (donde no me paso por alto que se relamió los suyos) para terminar su recorrido en mi rostro, donde casi al mismo tiempo se formo una sonrisa que compartimos.

Me despedí de papá de pasada, no quería que viera que me iba sin un abrigo decente, pero es que todos desentonaban con mi atuendo, Cedric abrió mi puerta, y luego lo vi rodear el auto y arrancar a nuestro destino, aunque se detuvo más rápido de lo esperado, me gire hacia él desconcertada y cuando estaba a punto de preguntarle por su repentino comportamiento, sin más, ataco mis labios con un beso hambriento y necesitado en el que agradecí estar sentada, de lo contrario mis rodillas no habrían podido conmigo.

Decir que me dejo suspirando por más era quedarse corto, aduras penas era capaz de recordar como respirar y el que su dedo estuviera tentativamente recorriendo mi labio inferior solo me hacia temblar, sentía mi sangre burbujear por todo mi cuerpo y me encontré deseosa de saber que pasaba detrás de esos ojos oscuros.

-Enserio quieres matarme Arabella Swan ¿Tienes alguna idea de lo caliente que te ves así vestida?- sus palabras me hicieron sonrojarme más de lo que ya estaba, sus ojos que hace unos momentos en mi casa estaban de un brillante y hermoso color dorado, ahora se encontraban negros de deseo, y eso produjo un montón de sensaciones en mi, me sentí poderosa al saberme la causante del descontrol de Ced, contrario a lo que en un inicio pensé, me sentí segura de mi misma.- Eres mía, solo mía.- musito con voz ronca sobre mis labios antes de atacarlos nuevamente con sus ardientes besos, que me hicieron olvidarme de nuestra cita, de que tenia sueño, de que Seattle estaba a un par de horas de Forks, y quizás de lo más importante, de que mi padre podría ver el auto aparcado a un lado de la carretera si decidía salir.

Solo me concentre en aferrarme a Cedric Cullen como si mi vida dependiera de eso, mientras me dejaba hacer a su antojo completamente complacida con lo que me hacía sentir.

Me encontraba desesperada intentando arrancar la camisa de Ced de su lugar, a la vez que sentía sus manos recorriendo mi espalda que ya se encontraba desprovista del delicado vestido que la cubría.

Retrocedía a tropezones mientras sentía las manos de Ced por todo mi cuerpo, y que a su paso dejaban un recorrido de llamas difíciles de apagar. Sus labios que de vez en cuando dejaban los míos para dejarme respirar dejaban un camino de besos que dificultaba la tarea.

No tenía idea de donde estábamos, o de cómo habíamos llegado tan rápido, o de si quiera de cómo me llamaba.

Solo sabia una cosa.

Estaba completamente segura de que quería que Cedric siguiera haciendo maravillas y estragos en mi cuerpo como en ese momento.

Porque yo le pertenecía en cuerpo y alma.

Y me parecía que hacer el amor era solo una de las muchas maneras en el que le podía demostrar cuánto lo amaba.

Pues a veces se necesitaba ir más allá de las palabras.

𝕆𝕝𝕧𝕚𝕕𝕠 | 𝕷𝖆 𝕳𝖊𝖗𝖒𝖆𝖓𝖆 𝖉𝖊 𝕭𝖊𝖑𝖑𝖆 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora