Capítulo 12.

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¿Podía alguien vivir sin el amor de su vida? JungKook llevaba dándole vueltas a esa pregunta una semana completa. Por más que lo intentará, no conseguía dejar de pensar en Murao. Los chicos no le hacían ninguna pregunta y tampoco tocaban el tema, cosa que agradecía, y mucho.

Se negaba a deprimirse y también se negaba a caer. El príncipe del infierno no podía permitirse morirse de amor. El plan que HyeJin había ideado era magnifico, pero por más que lo intentará, no conseguía quedar con Murao.

— ¡JungKook, si no bajas a comer subiré y te lo meteré por el trasero! — SeokJin gritó desde la cocina.

Desde que decidieron quedarse en casa de Jackson, Jin era el que se encargaba todos los días de cocinar.

Kook suspiró, sabía que, si no bajaba a comer, SeokJin era capaz de cumplir sus amenazas. Sin ganas, salió de su habitación y se dirigió hasta el comedor. Sus hermanos ya se encontraban en el lugar. La mayoría de los subjefes habían regresado al infierno, por órdenes de NamJoon, a excepción de HyeJin y SooHye.

Lucifer se sentó al lado de Hye y recargó su cabeza en el hombro de la chica. Yoongi lo fulminó con la mirada, Hye miró a su novio y negó. No era momento de sentir celos y Belfegor lo sabía.

— ¿Qué sucede, Kook? — Preguntó, aunque ya sabía la respuesta.

JungKook suspiró una vez más y miró el plato con sopa, servido enfrente suyo.

— Estoy deprimido. — Confesó. — Y es una mierda. Ahora entiendo a Yoongi.

Yoongi puso los ojos en blanco al escuchar su nombre.

— Cállate la puta boca. — Bufó.

Hye le dio un golpecito en el hombro a su novio, provocándole un molesto dolor momentáneo.

— Kook, estoy segura que pronto aclararás las cosas. — Dijo, haciendo un intento de animar al muchacho.

SeokJin se sentó, después de haber servido todos los platos.

— Escucha... — Dijo. — Sí no sales a buscarla, jamás lograrás obtener resultados.

JungKook asintió. Sabía que tenía razón.

— No es tan fácil, hyung. — Dijo, observando a la pequeña hija de Jackson.

Le sonrió a la niña, provocando que esta se riera.

Al ser un hibrido de Demonio y ángel, la pequeña Rin crecía mucho más rápido que cualquier ser humano. Tan sólo tenía unos meses de haber nacido y ya aparentaba dos años de edad.

— Jackson, déjame sacar a Rin a caminar. — Pidió.

Jackson negó, paranoico.

— Ni pensarlo. Es un bebé. — Espetó.

MinJi negó con la cabeza y puso los ojos en blanco.

— Déjala salir. — Pidió. — Algún día tendrá que hacerlo y por lo que veo, será pronto.

Jackson negó una vez más.

— En mi mente siempre será una bebé.

— JungKook la cuidará bien. — NamJoon le dio un sorbo a su té y miró a Jackson. — ¿No confías en mi hijo? — Preguntó.

Jackson negó por tercera vez.

— Claro que no. Es un demonio, sería estúpido que confiara en él. — Declaró.

MinJi comenzó a reír.

— Yo también soy un demonio y son la madre de tu hija. Rin es un demonio y es tú hija. Me ofende lo que acabas de decir.

— A todos nos ofende. — Dijo Taehyung, arrojándole un pedazo de pan a Jackson. — Le quitaré mi empresa a YuGyeom por lo que acabas de decir.

— ¡Yo que maldita sea tengo que ver en esto! — Exclamó YuGyeom.

Taehyung comenzó a reír.

— Cállate empleado.

YuGyeom lo fulminó con la mirada.

— Estúpido. — Musitó, con voz apenas audible.

— Empleado, estás despedido. — Dijo Taehyung. — Te escuche.

YuGyeom negó.

— Quítame la empresa, quedará en bancarrota en cuanto deje de cuidarla. — Habló con el tono digno de un triunfador.

Taehyung negó.

— Claro que no, Yuto-chan es mucho mejor que tú en los negocios.

— Esto ni siquiera viene al caso. — HyeJin habló, harta de aquella estúpida discusión.

JungKook asintió.

— Es verdad... — Posó la visa en Jackson y sonrió. — Supongo que, si no quieres dejarla ir conmigo, no puedo hacer nada. Es tú hija, después de todo.

Taehyung asintió.

— Claro que no te dejará llevártela. Yo soy su niñera. — Sonrió. — Amo a los niños. Más cuando son demonios horribles como yo. Así estoy seguro de que no creerán que me los quiero comer.

Rin miró a JungKook y después a su padre.

— Quiero ir... — Dijo. — Quiero un helado y un hurón.

Jackson posó la vista en su hija. Taehyung también.

— Pero, mi amor...

— ¡Yo te compraré el hurón! — Exclamó el moreno, interrumpiendo a Jackson. — Todos los hurones que quieras, quédate con tío Tae.

JungKook hizo a un lado su plato y suspiró.

— Terminé, ahora iré a caminar. — Dijo.

Sin responder, los Demonios siguieron al joven con la mirada.

JungKook salió del comedor y caminó hasta la salida.

Pensó en que tal vez sería buena idea sacar a Holly a pasear, pero pensar en el paranoico y sobreprotector de Yoongi, lo estresaba un poco más que recordar al paranoico y sobreprotector de Jackson.

Caminó a solas, hasta llegar a una vieja librería. Él no era exactamente un amante de los libros, pero sabía que NamJoon si lo era. Pensó en que llevarle una buena novela a su líder era lo menos que podía hacer por él.

Entró, la campanilla sonó y miró a su alrededor.

Un señor calvo y barrigón cuidaba el sitio, mientras leía un libro en el extremo opuesto de la tienda.

JungKook miró a su alrededor, había estantes repletos de libros, viejos y nuevos. Apilados en el suelo y clasificados por preció o genero. El aroma de aquel lugar era extrañamente adictivo, no le gustaba leer, pero era un hecho que el aroma a libros viejos siempre le había encantado. Por eso mismo, le encantaba visitar la habitación de Satanás, para encontrar en aquel aroma, la tranquilidad que no hallaba en los humanos. Tal vez ya era momento de comenzar a leer, por lo menos, cabía la posibilidad de olvidar.

Buscó en la estantería que decía "Novelas clásicas" uno que tal vez le gustaría a NamJoon. Dickens, Süskind, Deveraux, Plain, Shakespeare y Shelley. Eran algunos de los autores que figuraban en aquel estante. Tomó "Promesa audaz de Judith Deveraux" y leyó el prologó. Tal vez, sería unos de los libros de NamJoon adoraría.

Se acercó a la caja para pagar, se detuvo en la sección de Comics y buscó alguno de Iron man que le llamase la atención, Armor Wars le coqueteaba desde el estante, lo tomó y decidió que debía ser suyo. Sin embargo, al hojearlo, bufó al darse cuenta que estaba en inglés.

— Tendré que decirle a NamJoon hyung que lo traduzca. — Espetó.

Se maldecía por nunca haberle prestado atención a aquel idioma. Pese a que era el número uno en el mundo de los humanos.

Cuando caminaba de camino a la caja para pagar, la campanilla lo sorprendió una vez más y con ella la presencia celestial de uno de sus enemigos. O tal vez... 

Custos jjk BTSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora